57.- ¿Estoy muerto?

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Advertencia

Éste capítulo contiene escenas de autolesión qué puede afectar la sensibilidad del lector. Se recomienda discreción.

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Narrador

El cuerpo de Leah se sacudió ligeramente, lo que hizo a Logan pensar que ella podría al fin despertar después de más de una semana en coma, pero no pudo estar más equivocado.

No. El pequeño cuerpo de Leah no estaba despertando. Las olas empezaron a sacudir su cuerpo en esa cama de hospital, de forma violenta. Un ataque, parecido a la epilepsia, pero que puso a todo el mundo alerta.

Logan gritó su nombre mientras lloraba. Los médicos entraron en la habitación de su hija y él también entró, sin importarle si no podía pasar. Quería ver a su hija, quería que estuviera bien.

Volvió a respirar cuando el cuerpo de su pequeña empezó a calmarse después de una eternidad, pero el aire salió de golpe de sus pulmones una vez más cuando escuchó que el pitido constante de la máquina se detenía y se convertía en un sonido agudo.

El corazón de Leah se había detenido.

Sé puso de pie y corrió a su cama, unos enfermeros lo detuvieron.

—¡No! ¡Leah! —gritó mientras lo sacaban de la habitación.

Vio como una enfermera cortó la ropa que cubría el pecho de Leah y la desnudaron, acercaron una máquina de RCP a su pecho y este mismo saltó cuando la corriente eléctrica lo atravesó.

Pero su corazón seguía sin latir.

Mientras cargaban la máquina para otra sacudida, otra enfermera le hacía RCP manualmente, empujando su pecho con sus manos.

Fue la imagen más horrible que él había visto en su vida.

Lo sacaron de la sala, escuchó la máquina de reanimación funcionar otra vez, pero aquel sonido agudo seguía indicando que aún no latía el corazón de la pequeña.

No lo soportó más, tampoco pensó más.

Él ya había tomado la decisión. No iba a vivir sin Leah.

Empujó a los enfermeros con toda la fuerza que pudo y corrió hacia el baño, su madre gritó, Jessica lloró, Pete intentó detenerlo, pero no se detuvo. Solo corrió hasta que entró al baño, puso el pestillo y se giró para ver su reflejo. Maldijo cuando vio que ya habían cambiado el espejo qué rompió hace días.

No obstante, algo brilló en el suelo. Un pedazo de vidrio que, por alguna mágica razón, no habían recogido cuando habían limpiado el lugar.

Logan no supo si era un milagro o una maldición, yo lo llamo «destino».

Tomó el vidrio con manos temblorosas, se encerró en un cubículo y se sentó en el suelo, con su espalda pegada a la pared. La puerta de afuera sonaba, estaban intentando abrirla, así que tenía que actuar rápido si quería que funcionara.

Estiró su brazo e introdujo el vidrio en su piel. Gritó al sentir el dolor punzante, pero ese dolor no se comparaba con el dolor ocasionado al creer que su hija estaba muerta.

Hizo lo mismo con su otro brazo.

Pensó en la primera y última vez que había intentado arrebatarse la vida, tenía dieciséis, no fue de esta manera. Él no quería dejar rastro en su cuerpo, era muy vanidoso, así que solo tomó muchas pastillas qué le habían recetado para dormir.

Mi Mejor Problema (AD #3) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora