2.- Ojos azules

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Logan, 24 años

El sudor baja por mi frente como si fueran chorros de agua, mis pulmones protestan por aire, mi cuerpo quiere que pare, pero no lo hago, solo aumento la velocidad de mis pasos.

Me falta el aire mientras corro por las estrechas calles de Salem. Miro hacia el frente, a la última casa en la colina y me dirijo hacia allí porque he decidido que el entrenamiento ha llegado a su fin. Bueno, más que una casa es un castillo. Y más que un lugar ostentoso, es donde la familia Jones ha vivido durante los últimos cincuenta y dos años. Es mi hogar, por lo menos hasta que encuentre algo para Leah y para mí.

Mientras corro hacia la colina y escucho la música retumbando de los auriculares en mis oídos, miro a las casas de Salem, o por lo menos de nuestro condado. Son mansiones enormes con jardines enormes y patios enormes, pero ninguna de estas casas son parecidas al castillo Jones, como a la gente usualmente le gusta llamarlo. El castillo es casi tan grande como esta parte rica y ostentosa de la ciudad. Está hecha en piedra y tiene grandes ventanas que dan una vista preciosa de la ciudad. Hay una piscina enorme, un jacuzzi. Tenemos un hipódromo donde mamá, mi hermana y yo practicamos equitación una vez por semana, mi caballo Henry ha estado conmigo desde que era un niño. Joder, incluso tenemos un viñedo, un huerto, un campo de golf y salida privada al lago de Salem, ya que la parte trasera de la casa da directamente al lago.

Crecer con todo ese lujo hizo las cosas más fáciles al final, sobretodo en mis primeros años de infancia, hasta que el monstruo de mi progenitor lo arruinó todo. Arruinó a nuestra familia, manchó el nombre de la familia Jones con sus acciones. Lo único que me mantiene a flote ahora es que él ya no está para atormentar a Jessica, a mamá y a mí.

El amanecer ha empezado ya, el cielo aclarándose cada vez más con el pasar de los minutos, y cuando llego a la gran puerta de barrotes metálicos de color plateado, estoy sin aliento. Apoyo mis manos en mis rodilla y hundo mi cabeza entre mis hombros, intentando recuperar el aliento.

—Buenos días, señor Jones —saluda Joe, el portero. Giro mi rostro y ahí lo veo, luciendo como un actor latino, pero la verdad es que es de Michigan—. Qué gusto verlo.

Me incorporo y camino lentamente hacia la puerta, que amablemente Joe abre para mí.

—¿Ya hay alguien despierta?

—Su madre, su hermana y la señorita Leah ya están de pie, señor.

Sonrío un poco y me despido de Joe antes de entrar por la puerta de metal. Hay un camino de grava que lleva hacia el castillo, adornado por grandes árboles frutales y florales. Camino hacia la casa y subo las escaleras hasta el porche, que es más bien una sala de estar al aire libre, cubierta con un techo de madera fina. Hay un sofá grande, una mesa de centro de cristal, un minibar y una refri pequeña. Tomo mi tarjeta, que es mi llaves y la coloco sobre el lector, el cerrojo se abre, al igual que la gran puerta de madera.

Cuando entro en el lobby, no voy muy lejos porque veo que un pequeño y regordete cuerpo corre como puede hacia mí. Me coloco de cuclillas y abro mis brazos, para recibir a mi hija.

El cabello rubio de Leah ya está peinado y perfectamente atado en una coleta, al igual que ella ya está vestida con un vestido rosa que le llega a sus pantorrilla y la hace lucir aún más pequeña. Me hago una nota mental de agradecer a Jolie, una de nuestras mucamas, por siempre tener a Leah tan bonita. No estoy seguro de que yo pueda hacerlo sin ayuda.

Sonrío con ternura al verla y mi hija llega a mí, abrazándome como lo hace todas las mañanas. La levanto del suelo y la cargo en mis brazos, dándole un beso en su regordete mejilla.

—Buenos días, princesa —le digo y ella balbucea un Buenos días que logro entender perfectamente por el simple hecho de que soy su papá.

Camino con Leah en mis brazos hasta llegar a la cocina, donde veo a Marie, la mujer que básicamente nos crió a Jessica y a mí, haciendo el desayuno. La quiero y la respeto tanto como a mamá. Marie siempre ha sido mi segunda madre y le agradezco que, al igual que Jolie, ella me ayude con Leah.

Mi Mejor Problema (AD #3) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora