64.- Superhéroe

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Logan

El mundo ha dejado de existir para mí en el momento en que he abierto los ojos y he encontrado a Dove dormida a mi lado, desnuda y agotada, confirmando que lo que pasó anoche no fue un sueño y que nuestro amor sigue brillando incluso más que antes.

El dolor en mis músculos es casi tan ridículo que me roba una sonrisa cansada llena de satisfacción mientras observo al amor de mi vida envuelta todavía en los brazos de Morfeo, suspirando en sueños, tan exhausta como me había propuesto dejarla en el momento en que me pidió poner mis manos sobre ella. Anoche tuve una misión por cumplir y creo que lo hice, le recordaría lo bueno que podíamos ser, lo mucho que ambos podríamos disfrutar con el cuerpo del otro.

No recuerdo cuantas veces me vine anoche y mucho menos cuantas veces lo hizo ella, ya que fueron muchas más que yo. Fue el mejor sexo que he experimentado en mi vida. Mi chica me tomó como una campeona y aceptó todas las cosas que hice con su cuerpo, a pesar de que ella tenía el control absoluto de la situación.

Sin embargo, nuestra noche caliente después de meses separados no es lo que me tiene sonriendo como un imbécil enamorado mientras la observo dormir. No. Lo que me tiene así es lo que pude ver en sus ojos mientras me pedía que la esperara. La desesperación que escuché en su voz mientras soltaba esa palabra.

Eso me confirmó lo que había estado rogando que algún día pasara. Ella aun me ama con la misma intensidad que yo la amo y eso es suficiente para sentar mi culo a esperar por ella el resto de mi vida.

Lo que le dije antes de que folláramos era cierto. Una vez mis manos estuvieran en ella, iría por ella sin ningún tipo de escrúpulos, a mi ritmo. Sí, obviamente respetaría su opinión, respetaría su decisión si me pidiera explícitamente que me detenga, pero fuera de ello, iré por ella con todo el amor que mi corazón está dispuesto a dar.

Y empezaría desde hoy.

Me inclino para besar sus labios, antes de intentar ponerme de pie, pero ella se junta más a mi cuerpo y no me lo permite. No tengo el corazón para apartar su cuerpo del mío, así que solo estiro mi brazo para alcanzar mi celular en la mesita de noche y marco el número de Mario, el guardaespaldas infiltrado que contraté para que esté pendiente de la seguridad de Dove en Los Ángeles.

Acaricio la espalda de mi mujer lentamente mientras espero a que Mario atienda la llamada.

—Señor Jones —dice como saludo.

—¿Está listo? —pregunto por la misión que le encargué anoche cuando fui al baño a buscar una toalla para limpiar a Dove.

Dove sisea algo en sueños y beso su frente con ternura.

—El avión está listo. No puedo creer que ella aún no tenga su propio avión.

—Sí, dice que es por un tema ecologista. Una vez le pregunté y me echó la bronca sobre lo caro que es mantener uno y sobre la cantidad de dióxido de carbono que pueden emitir.

—¿Crees que estaría contenta con este regalo? Según lo que dices, esto no es algo que ella quiere.

—Pero es algo que necesita y es tan famosa ahora... ya sabes lo que pasó la última vez.

Aprieto los labios al recordar lo que Mario me había contado. Eso pasó en su viaje de vuelta a Portland, cuando se enteró sobre lo que pasó con Leah y conmigo. Un acosador se había colado a primera clase para estar en la misma fila de Dove y estaba tomando fotos de ella. Ella no se dio cuenta, ni siquiera Gabriel, pero Mario estaba al pendiente de todo y pudo deshacerse del acosador en segundos, una vez el avión aterrizó en Portland.

No le pregunté qué hizo con él, tampoco me interesa saber.

Solo quiero que Dove esté a salvo.

Por Dios, te escuchas como un psicópata, dice mi subconsciente, pero no le hago caso.

Mi Mejor Problema (AD #3) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora