Dove, 22 años
Toda mi vida pensé que sabía lo que quería hacer.
Cada vez que alguien me preguntaba sobre los planes que tenía en el futuro, la respuesta estaba ahí, esperando a salir de mi labios. Siempre me enorgullecía porque yo tenía todo planeado, mientras que la mayoría de mis amigos siempre se preguntaban si querían ir a la universidad o no, si tenían un sueño o no.
Yo toda mi vida he sabido cual es mi sueño. Lo supe desde el momento en que aprendí a cantar en la iglesia a la que mi padre biológico me llevaba cuando mi madre le permitía visitarme. Muchas personas en la iglesia me decían que había heredado el talento de mi papá, su gusto por la música, al igual que sus rasgos y su color de piel. Tal vez por eso a mamá no le caigo bien, porque le recuerdo a su pecado.
A pesar del desprecio de mi madre, de la indiferencia de su marido, de los constantes comentarios racistas de mis hermanos, no me di por vencida con mi sueño. A veces solo necesitamos a una persona que nos impulse a cumplir nuestros sueños, que nos levante cada vez que caemos. Yo no tuve solo una persona, tuve a dos: mi papá y mi hermano Luke, quien es hijo de mamá y de su marido. A pesar de que veía a mi padre una vez cada cuatro meses a lo mucho y mi hermano Luke era demasiado mayor para mí, ambos me dieron todo el apoyo que necesité para no rendirme.
Me dieron inspiración, me enseñaron a plasmarla, a no avergonzarme de mí misma y a disfrutar de la música sin compararme con más personas o limitarme con lo que las disqueras querían que hiciera cuando empezaron a contactarme.
Escribí varias canciones para mi padre, para mi hermano o canciones llenas de tristeza para mi madre. Escribí para mis amigos, a quienes considero mi verdadera familia. Escribí una canción para mi mejor amiga. Incluso escribí una para su hermano Logan... mi amor no correspondido, solo que esas canciones jamás vieron la luz y jamás la verán.
Siempre había tenido una razón para escribir una canción. No importa el estado de ánimo con el que me encuentre, así esté feliz o triste, enojada o serena: siempre escribía. Me despertaba a mitad de la noche para poder plasmar mis ideas, o siempre llevaba un cuaderno a clases de la universidad para poder escribir mis ideas, que llegaban cuando menos lo esperaba.
Sin embargo... no recuerdo cuando fue la última vez en la que la inspiración abundaba en mí.
Y no recuerdo cuando me quedé sin palabras para plasmar.
Sostengo el lápiz en mi mano, mientras miro fijamente la hoja en blanco sobre mi escritorio. Trago saliva y vuelvo a colocar la punta del lápiz sobre el papel, intentando escribir algo, cualquier cosa, pero... nada fluye.
No logro escribir ni una sola palabra.
Siento la tensión en mis hombros, gracias a mi postura encorvada por mantener pegada mi cara al papel, pero no me importa. La frustración puede más conmigo que cualquier otro sentimiento o molestia; y, a diferencia de mis amigos, yo tengo una manera diferente de canalizar mi frustración: lloro. Por lo que no puedo evitar que las lágrimas se formen en mis ojos.
Gruño y me levanto de la silla, caminando por mi pequeña habitación de la residencia, intentando calmar mi corazón porque no puedo escribir ni una sola palabra, ni una sola nota.
Me siento en mi cama y miro la hora en el reloj de mi mesita de noche. Debo despertarme en dos horas porque la graduación será hoy y justo después tengo que tomar un vuelo a Oregon para pasar mis últimas vacaciones antes de mi primera gira mundial, que durará dos años. Dos años que estaré alejada de mis amigos, de Jessica, de mi hermano Luke y de papá.
Y de Logan...
Niego con la cabeza como una loca. No. No debería preocuparme por alejarme de ese ser sin corazón. No importa que durante el último año nos hayamos acercado un poco gracias a mis conocimientos de niñera, ya que trabajé como una en el último año de instituto. Lo único que nos unió relativamente poco es su pequeña y preciosa hija Leah, pero nada más. Ni siquiera los recuerdos de los mensajes que sabíamos intercambiar en el último año de instituto tienen peso ahora. Ni siquiera los sentimientos que me envolvieron cuando lo conocí y siguen ahí, tan fresco como el primer día, tienen peso ahora.
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Mi Mejor Problema (AD #3) ✓
Romance(Serie Amores Destinados, libro 3) Dove y Logan eran tan opuestos como el día y la noche, como el ying y el yang, y al igual que el bien y el mal, funcionan bien juntos. Solo que... eso significa otro problema para ambos.