27.- Alejarme de ti

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Dove

Me despierto al sentir unos pequeños dedos en mis párpados que también tocan mis mejillas, mi nariz, mis cejas y todo mi rostro. No puedo evitar sonreír porque sé quien está haciendo eso. Leah sigue tocando mi cara con sus pequeños deditos y sonrío aún más cuando siento que me da un pequeño besito en la mejilla.

Abro los ojos cuando se ha separado y ella está tan concentrada despeinando mis cejas que no se da cuenta, hasta que me río. Me mira sorprendida solo por un par de segundos, hasta que sonríe y eso me desarma porque sus ojos lucen brillantes y llenos de cariño.

Me mira como sabe mirar a su padre cada mañana.

No estoy segura que si debería asustarme o no, pero quiero tanto a Leah que me hace muy feliz el ser mirada de esa manera por ella.

—Buenos días, princesa —digo y le doy un beso en la frente.

Ella balbucea un buenos días en lo que yo me encargo de apartar el cabello de su cara, pero no puedo hacer mucho porque me abraza con brazos y piernas, ocultando su rostro en la curvatura de mi cuello. Acaricio su cabello rubio.

—¿Quieres desayunar? —pregunto y ella asiente, su cabello me hace cosquillas en la nariz—. ¿Qué quieres desayunar?

—Cheetos —dice con entusiasmo.

Niego con la cabeza, evitando sonreír.

—Leah, no puedes desayunar Cheetos.

—Chocolate.

Pongo los ojos en blanco y me rio, pero niego con la cabeza. Logan ronca a nuestro lado, profundamente dormido y ajeno a nuestra conversación.

—No, pequeña princesa, pero podemos desayunar algo rico —digo y Leah aparta su rostro para mirarme emocionada.

—¡Sí, sí, sí!

—¿Te parece si dejamos a tu papá durmiendo aquí?

—Quiero comer —dice Leah, al parecer se ha olvidado que su papá está literalmente durmiendo junto a nosotras.

Sonriendo, intento ponerme de pie sin despertar a Logan, lo cual es imposible ya que estoy en el rincón y si quiero salir, tendré que pasar sobre él, aplastándolo en el proceso. A Leah no parece importarle incomodar a su papá porque literalmente le pasa por encima y sale de la cama.

Logan se tensa al sentir a Leah pararse de la cama, gruñe algo entre sueños y se estira, abre sus ojos lentamente, pestañeando un par de veces.

Respiro hondo. Esta es la parte que más temo: ver su reacción al despertar cada mañana, sin saber si será buena o mala. ¿Me echará de la cama? ¿Me abrazará? ¿Sonreirá al verme o simplemente me dará una de sus típicas miradas cansadas?

No he tenido la fuerza de voluntad para querer saberlo, no he querido hacerlo tampoco. Sólo me he saltado ese paso cada mañana desde que tuvimos sexo por primera vez.

Una parte de mi teme que me rechace, que me aparte al verme en su cama, pero el miedo es rápidamente apartado cuando me sonríe, una sonrisa simple y de labios cerrados, pero su mirada es intensa y penetrante. Una mirada que quita el aliento. Yo hago lo mismo antes de que sus ojos grises se clave en Leah.

—Buenos días, princesa —dice, incorporándose y sentándose en la cama, con la espalda apoyada en el espaldar.

Leah se sube a la cama y abraza a su papá.

—Buenos días, papi —balbucear con su voz infantil y me enorgullece entenderla perfectamente.

Leah se para junto al cuerpo de su padre, sobre la cama y empieza a jugar con el cabello de Logan, a jalarlo y a despeinarlo. Él sonríe ante eso y deja que su hija siga jugando con él. Verlo como padre es muy diferente al Logan de hace años atrás, antes de que nazca Leah.

Mi Mejor Problema (AD #3) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora