Prólogo

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La lluvia golpeaba mi rostro con vigor y la ráfaga de viento empezaba a calarme los huesos.

-    ¡Maldita sea! ¡Detente de una vez!

Mis malditos ojos ardían, al igual que mi pecho, y por si fuera poco, la brillante luz amarilla del enorme farol negro era lo único que impedía que la oscuridad nos consumiera a ambos.
No sé cómo diablos fue que llegamos hasta aquí, o como carajos nos permitimos ir más lejos. Esto no debió pasar, fue un error, un error muy estúpido. Nada de esto era parte del plan, no sé qué decir o que hacer para revertir el pasado. Ojalá funcionaran de esa manera las cosas, que con ayuda de un simple chasquido de mis dedos pudiera borrar todo, pero por desgracia, la realidad es aún más jodida. No hay vuelta atrás aunque traté de impedirlo a toda costa.
Nos encontramos parados uno frente al otro.

-     Ya deja de escapar.

-     No lo entiendes, nunca lo has hecho.

-     ¿Y qué debería entender con exactitud?

A pesar que estaba a unos pasos de mí, la distancia se sentía malditamente dolorosa.
Las palabras se habían escapado de mi boca, mis sentimientos eran un puto dolor de cabeza, mi cerebro y mi corazón no lograban llegar a un acuerdo.
No sé qué espero decir, mucho menos qué quiero sentir.

-     Quiero que me escuches- le ruego.

-     No.

-     Lo harás.

-     No.

Había dado unos cuantos pasos sin que me diera cuenta. Ahora, estábamos más cerca.

-     Te odio. Te odio muchísimo- dijo, tratando de contener el maldito nudo en su garganta.

-Y yo te odio a ti. Te odio por todo lo que me haces sentir, por haber cambiado mi vida, pero sobre todo...

-     No te atrevas a decirlo- amenaza.

-     Te odio por...

-     ¡No!

-     Te odio por hacerme amarte como nunca he amado a alguien.

Amor Inquebrantable (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora