Capítulo 12

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Skyleen

- ¿Y esto por qué fue?- pregunté una vez que ambos recobramos la compostura.

- ¿De qué hablas?

- Esto- señalo nuestros cuerpos. -Lo que acabamos de hacer.

- Por nada en especial- respondió sin importancia. -No necesito un motivo para querer escucharte gritar mi nombre.

No me sorprende su respuesta tan evasiva, pero mi instinto me decía que esto iba más allá que un simple encuentro casual. En primer lugar, Killian no suele frecuentar mi salón de ballet, a él le va más el área de gimnasio, y en segundo lugar, anoche tuvimos una pelea, se fue furioso de la casa y él no es una persona que de el primer paso para la reconciliación, si es que lo puedo llamar de esa forma. No es que tuviera alguna queja de lo sucedido, pero lo conozco, y sé cuando recurre al sexo desenfrenado es porque algo lo molesta.

- Tú no haces nada sin una razón- replico.

Se encogió de hombros, pero en su rostro podía captar una falsa inocencia.

- ¿Y todo lo que dijiste antes?

- No entiendo.

- ¿A qué venía eso de no...?

Di que no te irás... Di que no vas a dejarme... Di a quien perteneces.

Esas palabras se repetían una y otra vez dentro de mi cabeza, y fue como si todo encajara de repente a la perfección.

- No puede ser- resoplé. -Eres un maldito desgraciado.

Por un segundo quise creer que su enojo se había desvanecido, que por primera vez en su vida no le importó no tener el control sobre una persona, pero ahora veo que espero mucho de alguien que ha estado acostumbrado a someter a todos los que lo rodean con tal de sentirse invencible.
Killian no tiene ningún sentimiento por mí, jamás lo tendrá, y no me importa, ya que eso es lo que mantiene nuestra relación fuera de más complicaciones. Lo único que represento para él es una acostada fácil y rápida, y admito que no me enorgullece el trato que me da, no soy una de sus chicas fáciles que se arrodilla ante él, esperando a ser una obediente sumisa, pero tampoco puedo llamarme a mí misma una santa cuando disfruto de nuestros encuentros ocasionales llenos de deseo. El interés es mutuo y eso queda bastante claro. Aunque no estoy dispuesta a ser tratada como un maldito objeto, él no tiene ningún derecho sobre mí, mucho menos entiendo como fue que llegó a la conclusión sobre que podía tomar decisiones por mí.
Sabía con qué clase de tormenta me enfrentaría cuando le dijera a Killian sobre mi repentina, pero muy firme decisión de mudarme. No se trataba sobre nuestros padres, o de él, o de nosotros, era sobre mi futuro. Siempre he tenido muy en claro lo que quiero y lo que debo de hacer para conseguirlo. He estado esperando por años una oportunidad como esta y no dejaré que Killian sea el responsable de destruir mis sueños de nuevo.

- Lo hiciste por Nueva York, ¿No es cierto?

- No sé de que estás hablando- me miraba con tanto descaro que resultaba insoportable.

- Oh por favor, no me trates como si fuese una estúpida ¿Quieres?- bramé. -No rompas un vaso en frente de mí y finjas no haberlo hecho.

Ni siquiera puedo describir como me siento. Decir que estaba enojada es poco, pero una parte de mí se sentía confundida también. No logro entender el porqué no quiere que me vaya. Sé que Killian odia perder una de sus piezas del tablero, pero su comportamiento no sólo se debe a su falta de control sobre mí o su frustración por el poco interés que le tengo al no pedir su permiso para vivir mi vida.
Hay algo más, aunque no estoy muy segura de querer saberlo.

Amor Inquebrantable (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora