Capítulo 52

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Skyleen

Si pudiera describir las sensaciones que me obligaron a despertar diría calor, hambre y un sutil dolor en mi trasero.
Abrí lentamente los ojos, tratando de acostumbrarme a la luz del día y cuando finalmente pude ver sin dañarme la pupila me sorprendió darme cuenta que seguía apoyando mi cabeza en el torso de Killian. No podía creer que hubiera dormido conmigo toda la noche, pero se sintió bien saber que esta vez no había escapado.
Desde la última vez que dijimos las dos palabras prohibidas no habíamos vuelto a decirlas, pero anoche salieron de mi boca sin esfuerzo, como si todo este tiempo las hubiera tenido en la punta de la lengua, listas para volver a escupirlas, pero las discusiones con Killian fueron la causa de haberlas retenido por tanto tiempo.
Son precisamente los momentos así en los que recuerdo que aún hay algo bueno por lo que vale pelear cada día por esta relación.
Jamás habíamos compartido algo tan íntimo como dormir juntos, pero ahora entiendo porque a todas las parejas les obsesiona tanto esa clase de cercanía. Es como dar un nuevo paso en la intimidad, sientes qué hay más confianza y que ahora hay un lugar seguro al cual volver después de un mal día.
Siempre me he sentido segura en los brazos de Killian, pero esta vez es diferente, me sentía inmune a cualquier cosa. Y fue justo en ese momento que me di cuenta de que ambos seríamos la perdición del otro si uno decide terminar con todo esto.

- ¿Estás despierta?- escucho la voz grave y somnolienta de Killian.

En definitiva, su acento británico es mucho mejor de esa manera.

- Me despertó el rugido de mi estómago- confieso.

- Sí, yo también muero de hambre- replica. -¿Crees que los macarrones de anoche sirvan?

- Bajemos y averigüémoslo.

Fue difícil desprendernos, y sobre todo levantarnos de la cama. Había dormido con la lencería puesta, pero nada fue tan terrible como empezar a sentirme adolorida en mi zona íntima con cada paso que daba.

- ¿Qué pasa, nena? ¿Acaso fui muy rudo anoche?

- Cállate.

La risa de Killian fue espontánea al momento de verme cogear.

- No sabes cuanto te odio.

El siguió divertido mientras que yo intentaba llegar a mi habitación a pesar de la incomodidad entre mis piernas.
Quería deshacerme de la lencería y ducharme, así que tomé un vestido de tirantes largo, color amarillo con pequeñas flores blancas, un sostén y unas bragas color beige antes de meterme al cuarto de baño.
Fue reconfortante sentir el agua fría bajándome la temperatura, al igual que disfruté la suavidad de la espuma del jabón en mi piel. Estuve debajo del chorro por lo que parecieron veinte minutos, pero cuando finalmente terminé de bañarme, procedí a lavarme los dientes, cambiarme de ropa y cepillar mi cabello, pero justo en el momento en que mis ojos hicieron contacto con el espejo, vi todo mi cuello y parte de mi pecho repleto de chupetones.
¡Hijo de perra!
De inmediato salí de mi habitación hecha una furia y fui directamente con él a enfrentarlo.

- ¡Killian!- exclamo y lo veo salir del baño con una toalla en la cintura. -¡¿Qué carajos?!- señalo las marcas con mis dedos.

- Te queda bien el morado.

- ¡Eres un idiota!- reclamo. -No tenías derecho a hacerme estas marcas.

- ¿Quieres hablar de jodidas marcas? ¡Mira esto!- se gira para dejarme ver su espalda enrojecida y cubierta de arañazos.

Mis ojos se agrandaron al ver que incluso con todos sus tatuajes se podían ver los rasguños que inconscientemente le hice anoche.

- Oh mierda- murmuro. -¿Pero que carajos hicimos?

Amor Inquebrantable (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora