Capítulo 51

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Killian

Los días pasaron tan jodidamente rápido desde la fiesta de Halloween, no he visto, mucho menos hablado con mis amigos, pareciera que han decidido castigarme con la ley del hielo, pero es algo que me tiene sin cuidado, algún día me necesitarán y vendrán arrastrándose como los perros falderos que son. Todavía no me siento suficientemente capaz de hablar con Rhett sin pensar constantemente en partirle la cara, gracias a él tuve una discusión con Sky, la cual pudimos solucionar en ese instante, pero el sólo recuerdo del chico que se hace llamar "mi amigo" hablando mal de mí a mis espaldas hace que vuelva a estallar de rabia.
Lo único extraño que ha pasado en estos días es la distancia que Skyleen decidió tomar conmigo, ya que que después de la fiesta no volvimos a hablar y sólo coincidíamos un par de veces en la cocina.
Después de nuestra discusión por Rhett no volvimos a pelear, de hecho, cuando terminamos de juguetear detrás de la estatua volvimos al interior de la casa y competimos en BeerPong contra Tara y otra chica, la cual no recuerdo su nombre, pero eso no fue todo, Skyleen me obligó a bailar con ella, aunque no puedo quejarme del todo, ya que su manera de moverse contra mí siempre me ha vuelto loco.
Recuerdo escuchar la canción Like U de Rosenfeld mientras Skyleen meneaba sus malditas caderas de un lado al otro, asegurándose de restregar su culo contra mi incómoda erección. No desaproveché la oportunidad y la sujeté de la cintura, al tiempo que me movía al mismo ritmo que ella. Su cabeza cayó sobre mi hombro izquierdo y yo me dejé llevar al empezar a besar su cuello. Aún puedo oler su perfume combinado con el aroma a coco de su cabello, o como su piel era tan suave que mis dedos resbalaban de sus brazos cuando la acariciaba.
Maldición. Estoy jodido. Nunca me había sentido tan atraído a alguien. De verdad estoy enamorado.

Hoy es mi maldito cumpleaños y por desgracia no puedo decir que sigo siendo la misma persona de hace un año. A veces quisiera regresar a ser ese hijo de puta insensible que no se tomaba las cosas en serio y no le importaba nada ni nadie, ya que me he dado cuenta de lo fácil que era vivir la vida cuando estaba solo, pero ya no puedo deshacerme del jodido sentimiento que me consume cuando veo a la tentación rubia de ojos grisáceos. Me siento atacado y un tanto abrumado por no poder controlarme, es como ser invadido por una maldita avalancha que no te deja respirar. Jamás había sentido algo parecido, pero por primera vez me doy cuenta de que el vacío en mi interior ha desaparecido y no estaba listo para admitir cuánto ansiaba dejar de sentirme así en el fondo.
Esta mañana me levanté con más energía de lo usual, por lo que decidí pasar varias horas en el gimnasio antes de pasear a mis perros y después darme una ducha fía. La tarde fue jodidamente aburrida, lo más interesante que hice fue recibir una pizza de peperoni que había ordenado para comer y pasear por Miami en el regalo ridículamente extravagante que mi padre me envió. Todos los años me compra un nuevo auto, eso se ha vuelto como una clase de tradición entre nosotros. El año pasado fue un Porsche gris oxford y esta vez resultó ser un Lamborghini negro. No es que sea coleccionista de autos, pero mi padre da por hecho que por ser hombre esto es lo que deseo, y si sigue regalándome autos por el resto de mi vida tendremos que mudarnos de casa a una con un garaje más grande. Quizás me equivoco y simplemente es su forma de sentirse menos culpable por no estar presente en mi jodido cumpleaños, y no es que me importe un carajo, ya tengo veintitrés años, lo único que necesito es una botella de whisky y a mi mujer para estar medianamente feliz.
Para ser honesto, no hay un regalo perfecto, aunque no voy a negar que las guitarras eléctricas son bastante tentadoras.
Tenía planeado quedarme encerrado en mi habitación en lo que restaba del día, pero mientras estaba perdiendo el tiempo en mi móvil, viendo las redes sociales, recibí un menaje de Sky, pidiéndome que bajara a la cocina.
Mis ojos se desviaron a la hora, la cual apuntaba las ocho de la noche. Decidí no hacer preguntas y simplemente encontrarme con ella en la planta baja.
La casa estaba muy callada y oscura, pero escuché varios ruidos provenientes de la cocina, por lo que me tomé la libertad de entrar sin previo aviso y no pude evitar sentirme sorprendido ante la imagen que estaba viendo. En la isla de la cocina había dos copas de vino blanco acompañados de dos péquenos platos redondos, a los que no alcanza a ver su contenido. No había luz, sólo dos velas que nos ayudaban a no quedar en la oscuridad total.
Skyleen llevaba el cabello suelto, un notorio maquillaje de colores oscuros y un largo vestido de satín color negro con finos tirantes. Mi garganta generó al instante un nudo, el cual tragué con dificultad, pero eso no disminuyó la jodida dureza de mi miembro.

Amor Inquebrantable (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora