Killian
He escuchado a algunas personas decir que el dolor no existe, que es una cuestión mental que tú controlas. Normalmente no presto atención a la opinión pública, pero en este momento me gustaría conocer al pendejo que dijo semejante estupidez.
No tengo ni puta idea de dónde estoy, mucho menos qué hora es, pero un fuerte dolor en varias partes de mi cuerpo me despertó en cuanto quise colocarme de lado en la cama. Me ardía la cara, mi espalda estaba matándome, mis costillas no se sentían en su lugar y algo me dice que falta poco para que mis jodidos pulmones colapsen.
He recibido palizas, pero anoche tuve que saldar las sucias cuentas del viejo con un tipo más alto y el doble de peso y músculo que yo. Fue difícil enfrentarlo, me llevé unos buenos golpes y probablemente también fracturas, pero al final pude noquearlo.
A pesar del gran reto que fue vencerlo, debo admitir que me ayudó a desahogarme. El pelear con ese hombre de acento raro me dio un objetivo para descargar todo lo que llevaba dentro, solté cada golpe con furia y desenfreno mientras recordaba a la mujer que me destruyó con su infame rechazo.
No voy a negar que fue bastante liberador, pero mantuve el control. No importa cuan estresado o lleno de ira esté, nada vale lo suficiente para volver a quitar una vida en esa jaula de sangre.Mi cuerpo no era el único apaleado, también mi cerebro, ya que sentía que las sienes me iban a reventar en cualquier momento con las insoportables punzadas.
No sé cómo logré salir de la cama, pero me obligué a ponerme de pie y tomar una ducha fría. Estaba adolorido y empapado en sudor. No recuerdo mucho de anoche después de la pelea, lo único que tengo claro es cuando llegué a casa y me encontré a Skyleen deambulando en el pasillo, lo demás está algo borroso y confuso.
Al entrar al cuarto de baño, abro el grifo de la regadera y comienzo a desvestirme, pero en el proceso me crucé con el enorme espejo redondo y fue inevitable darme cuenta de lo jodido que me veía. Tenía el labio partido, mi ceja derecha cortada, el pómulo izquierdo morado y un costado de mi barbilla estaba roja e inflamada, eso sin mencionar todas las manchas en mi torso que dolían incluso cuando respiraba.
Recuerdo sentirme mal de camino a casa, pero no fue por la pelea, otras veces he llegado peor y no ha provocado que me olvide de las cosas al día siguiente. Lo último que tengo claro es el rostro de Skyleen.¡Maldición! ¡Skyleen!
Rápidamente me ducho y me pongo cualquier cosa encima. No tenía cabeza para nada más que no fuera el encontrarme con una rubia obstinada.
Al encontrarme afuera de su puerta, giré el cerrojo y sin pedir permiso entré a su habitación.- ¿Skyleen?
La cama estaba hecha, no había ninguna prenda de ropa tirada en el suelo, el lugar olía como ella, a ese maldito shampoo de coco y crema corporal de vainilla que tanto me enloquecía cuando estaba cerca de su piel. Estar en estas cuatro paredes era una jodida tortura, sobre todo por su ausencia.
- No está aquí- dijo una voz detrás de mí que me hizo girarme al instante.
- ¿En dónde está?- demando con dureza al ver a Elijah apoyado en el marco de la puerta con una estúpida sonrisita.
- Vaya, vaya. Mírate hermanito- se cruza de brazos. -Quién lo diría, el león salvaje se dejó dominar por una simple zorra.
Escuchar su juego de palabras me tensó al instante. Sabía perfectamente que no estaba usando aquel adjetivo para describirla como un animal.
- ¿En dónde está? Elijah- habló más fuerte.
- Se fue con su madre- respondió finalmente. -Salieron desde muy temprano.
- ¿A dónde?
- Y yo que chingados voy a saber- dijo con indiferencia. -Pero llevaban equipaje.
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Amor Inquebrantable (2)
DragosteSkyleen: Si alguien me hubiera dicho en lo que Killian y yo nos convertiríamos con el paso del tiempo, jamás lo hubiera creído. Hemos pasado por tantas cosas y aún no sé qué es lo que realmente siento por él. Los problemas no terminan, los secretos...