33.

27 4 2
                                    

Kim.

En cuanto llegamos al centro de Madrid noto el ambiente de concierto, cientos de chicas recorren las calles de arriba abajo, gritando, saltando, corriendo, llorando. Todas con un estilo muy similar y a la vez muy distinto. Las bandanas, los vaqueros negros, las camisas de cuadros y los brazos pintados se repiten allí donde miro. La alegría se mezcla con la emoción y con los nervios, reencontrarse con amigas, ver a ídolos por primera vez o verlos otra vez para enamorarse aún más. El sueño de verlos en directo cumplido, el sueño de cruzar con ellos una mirada y elevar ese momento a algo mágico.

Y en medio de todo eso estamos nosotras, tranquilas pero jugándonos mucho más que cualquiera de todas las personas que nos rodean. Queremos reconquistar a nuestros chicos pero ni siquiera tenemos entrada, habríamos podido conseguirla pero tendríamos que haber explicado que veníamos y no podíamos. Todo tenía que ser sorpresa, todo se había jodido demasiado, no podían tener tiempo de reacción si queríamos tener una mínima oportunidad. ¿Qué cómo íbamos a entrar? Sencillo. Llevábamos toda la semana estudiándonos los planos, sabíamos absolutamente todo acerca de la estructura del Barclays Center, cada pasillo, cada posible escondite, cada posible distribución interna. Todo, absolutamente todo, estaba medido y calculado. Sabíamos dónde iban a estar colocados los camerinos, porque puerta teníamos que entrar y donde nos podíamos topar con algún impedimento. Si no fuera por todo lo que nos estamos jugando seria hasta gracioso porque parecemos agentes de la CIA en una misión. Nuestro problema era entrar al edificio pero habíamos pasado el suficiente tiempo con Lou como para saber que si entrabamos por la puerta adecuada y con la suficiente determinación, colaríamos como parte del staff.

- Bien, tenemos que entrar por esa puerta. Como supusimos hay una chica en la puerta pero con enseñarle los credenciales sobra y con estos que nos ha hecho Kim no creo que tengamos problema-dice Sammi parándose cuando nos faltan solo unos metros para llegar.

Todas la miramos y asentimos, toco con fuerza el falso papel que cuelga de mi cuello y rezo a todos los dioses existentes para que la tía esa tenga tan pocas luces como parece. Sammi entra con decisión y yo sigo sus pasos, cuando instantes después veo que las 4 hemos pasado el primer obstáculo, suspiro aliviada.

Caminamos rápido por el pasillo hasta que llegamos a la zona de backstage, esta todo como pensábamos y no podemos dejar de mirar de lado a lado buscando a nuestros chicos. Pero justo cuando estoy a punto de decirles a las demás que mejor nos separamos para buscarlos, alguien me llama.

- ¿Kimberly?

Su voz me paraliza, estoy de espaldas pero se perfectamente quien es, solo Anthony puede pronunciar mi nombre así. Las demás me miran preguntándome con la mirada que voy a hacer, yo asiento y las dejo que continúen buscando a los suyos. Tampoco es que vayamos sobradas de tiempo. Cojo aire y despacio me doy la vuelta sobre mi misma. En cuanto mis ojos conectan con los suyos siento que vuelvo a respirar, en su mirada ya no noto el odio y el desprecio de cuando me echo de casa...algo es algo pienso para mí.

- Anthony yo...

- ¿Qué haces aquí?

Genial, no hay odio en su mirada no, ¡hay un desprecio que te cagas!

- Anth...

- Para ti Anthony-escupe sin ni siquiera mirarme, joder vamos bien.

- Anthony vale, tenemos que hablar.

- No tenemos nada de lo que hablar, te tiraste a mi mejor amigo, hicisteis que Thomas me mintiera, casi jodeis el grupo y me mentiste a la cara sin inmutarte.

- Es que...yo...

¡Joder! ¡Viva yo y mi facilidad de palabra! ¡Dos meses preparándome para el día que le volviera a tener delante y ahora voy y me atasco!

«A CHANCY GAME» (un juego arriesgado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora