Kim.
Suena el despertador, lo apago de un manotazo y como todos los días maldigo no haberme acostado antes esa noche. Pasan mis 15 minutos de margen y como puedo me arrastro fuera de la cama, llego al baño y me meto en la ducha, echo la cabeza hacia atrás y dejo que el agua me despeje. Cuando ya estoy vestida y con el pelo más o menos seco voy corriendo a la cocina y cojo una barrita energética, hoy no me da tiempo a desayunar nada más. Cojo las llaves de la entrada, el bolso, me calzo y salgo corriendo a buscar el metro. Cinco minutos más tarde me encuentro a mí misma bajando las escaleras de tres en tres y pillando el tren casi de milagro mientras me recuerdo que tal vez tenga que reducir esos 15 minutos de margen a 10. Por suerte encuentro un sitio vacío junto a una señora mayor y me siento a su lado. Me esperan 40 minutos hasta llegar al trabajo.No me puedo creer que ya lleve casi un mes en esta empresa. Después de lo que paso en los premios 40 con Anthony decidí alejarme un poco de todo y centrarme en mi misma, y la verdad es que tuve suerte. Dos días más tarde de aquel incidente estaba en una cafetería con el portátil haciendo un dibujo a ordenador cuando un tío me puso una mano en la espalda y antes de que saliera corriendo me dio su tarjeta, era director de una importante empresa de marketing y estaba buscando un nuevo diseñador gráfico. Me invito a comer y me conto en que trabajaba su empresa. Al principio no me fiaba mucho pero tampoco tenía nada que perder así que le escuche. Su empresa llevaba a cabo campañas de publicidad de gran repercusión y además se dedicaban también a crear o mejorar la imagen corporativa tanto física como en las redes sociales de empresas nuevas o ya instaladas en el mercado. Aquella comida termino en entrevista y el que es ahora mi jefe me fue pidiendo que diseñara cosas sobre la marcha en mi portátil y al parecer eso fue suficiente para contratarme.
Cuando me doy cuenta ya he llegado a mi parada así que me levanto, sonrío a modo de despedida a la señora que sigue a mi lado y salgo del metro. Cinco minutos más tarde estoy entrando en mi despacho.
Sigo sin creerme que tenga despacho pienso. Aunque tampoco me creo el sueldo que tengo y eso que estoy solo en prácticas. Enciendo el ordenador y reviso la bandeja que tengo en la mesa donde me suelen dejar los recados.
*Reunión hoy a las 11.30, posible nuevo proyecto*
Miro la nota pero no lo entiendo, a mí nunca me mandan ir a las reuniones de posibles nuevos proyectos, a las únicas reuniones que voy yo son cuando ya está todo decidido y hay dudas sobre los colores, las formas o la imagen.
Salgo del despacho y voy hacia la mesa de Sandra "la secretaria".
- ¿Y esto? Tal vez se te coló cuando repartiste las notificaciones antes.
Ella lo coge y después de mirarlo con asco durante unos segundos lo tira de nuevo encima de la mesa.
- No, esta todo correcto. John (o the boss como yo le llamaba) dijo que quería que estuvieras presente.
Recojo la notificación y me doy media vuelta hacia el despacho antes de soltarle la mitad de lo que pienso a la zorra con voz odiosa que tenemos por secretaria. Porque narices querrá que yo esté presente, no lo entiendo.
Como todavía son las 9.30 decido sacarme un café en la máquina y volcarme con un proyecto que tenemos algo atrasado y así dejar de pensar tanto.
De repente el sonido de unos nudillos en mi puerta me desconcentran. Pego un pequeño salto en la silla y miro el reloj de la pared, ya es la hora y no me había dado ni cuenta.
- Kim, la reunión va empezar en dos minutos.
- Boss?-pregunto mientras guardo el trabajo hecho y me levanto de la silla.
- Si?
- ¿Por qué tengo que estar yo presente en la reunión?
- Uno de los clientes lo ha pedido expresamente. Anda vamos-añade cuando ve mi cara que debe ser un poema.
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«A CHANCY GAME» (un juego arriesgado)
Fanfic¿Y si todos los sueños que una vez tuviste si hicieran realidad? Esta es la historia de Sammi, Megan, Kim y Alice, la historia de como la realidad superó a la ficción.