Capítulo 39

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Al abrir sus ojos lo único con lo que se encontro fue con un techo perfectamente blanco y un cuarto muy iluminado, algo que sin duda era molesto en primera instancia

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Al abrir sus ojos lo único con lo que se encontro fue con un techo perfectamente blanco y un cuarto muy iluminado, algo que sin duda era molesto en primera instancia.
Su cuerpo dolía y tenía un respirador, sentía su garganta seca lo que le impedía hablar, fue en ese momento que sintió un peso en su mano, era su padre, al parecer no notaba que había abierto los ojos, mantenía la cabeza agachada mientras sostenía su mano, parecía rezar.

— Pa-pá...  — trato de hablar más lo que  salió de sus labios fue un simple balbuceó.

El hombre que había estado sin el sentimiento de paz desde que supo lo que le había pasado a su hija, pudo sentir como la calma volvía a su cuerpo, su pequeña luz había abierto sus bellos ojos, los cuales había heredado de su esposa, el amor de su vida.

Ahora su amada hija parecía estar mejor, había estado a punto de perderla pero los doctores habían logrado estabilizarla, tenía el brazo roto, una fractura en la cabeza y varias lesiones en el cuerpo que a pesar de todo no eran tan graves, lo complicado había sido la hemorragia que tenía y el paro cardíaco que se había presentado, pero ahora estaría bien.

Le dió de beber agua y la dejo sin el respirador porque parecía querer hablar.

— Dime princesa, te escucho — Masaru no soltaba su mano.

— Papá por.. favor, lle-llevame con Sir Nighteye.

Era inútil para ella preguntar por la condición de su maestro, no era tonta, sabía perfectamente lo que aquella herida le había provocado a su querido mentor, no quería hacerse ilusiones, corrección, no quería escuchar la completa verdad porque de oírla sabía que se derrumbaría ahí mismo y aún no podía hacerlo, aún no era el momento de que ella se desahogara, antes debía verlo y darle algo de paz, conocía muy bien a aquel hombre, aquel que a primera vista y ante los ojos de quién no lo conociera lo juzgaría con palabras como, aterrador, serio e inclusive terrorífico. Y no los culpaba, pues sabía que Sir siempre portaba un rostro serio y como si te juzgaba con solo verte una vez, incluso esa expresión podría llegar a causar temor en algunos, a no ser que se encontrará junto a alguien de confianza, en esos momentos era capaz de mostrar una sonrisa completamente sincera. Era justo por todo eso que estaba segura de que su maestro la estaba esperando, pues el podría estar colgando de un acantilado y aún así estaría preocupado por Mirio y por ella, pensando que sería de nuestras vidas sin él y el remordimiento no lo dejaría soltarse hasta que pudiera regañarnos una última vez.

— Vamos... — le preocupaba ver el esfuerzo que realizaba la menor, aún así no era capaz de no ayudarla, lo veía en sus ojos, ella debía hacer esto.

Caminaron por un largo pasillo, mientras su padre la ayudaba a sostenerse para que no se sobreesfozara, estaban siendo guiados por una enfermera hasta que llegaron al lugar donde estaba Sir Nighteye, tumbado en una camilla, lleno de cables que lo conectaban a distintas máquinas, su padre se alejo de ella y avanzo ignorando las voces de sus conocidos que entre lágrimas se dirigieron a ella. Sus hermosos rubíes no se podían separar de aquel hombre que en tan pocos años de conocerlo le habían enseñado lo que era enfrentarse al mundo como heroína y apreciarse mucho más a si misma como persona, a su lado de pie se encontraba su mejor amigo desconsolado, se acercó hasta él posicionándose a su lado derecho teniendo completa visión del cuerpo herido del que fue su apoyo en sus inicios como estudiante de heroísmo.

Natsuki [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora