58.- Sueño

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Logan

Creo que estoy muerto.

No hay razón en el mundo para que el ángel sentada a mi lado me esté besando ahora.

Ni una sola.

Puede que sea una ilusión de mi mente trastornada porque recuerdo claramente estar despierto desde anoche, en una cama de hospital y con un dolor punzante en toda mi cabeza. Recuerdo que me dieron un calmante cuando sentía ardor en los brazos o cuando pregunté por Leah y no quisieron responderme. Desperté esta mañana en la misma cama de hospital que había despertado anoche y pensé que sobreviví, pero ahora no estoy tan seguro. Y, honestamente, no confío mucho en mi juicio, tampoco sé qué es real y qué no.

Sin embargo, sus labios se sienten bastante reales. Son suaves, dulces y cálidos, como los recuerdo tan vivamente. Hacía mucho tiempo no los probaba porque perdí ese derecho, y ahora que lo estoy haciendo, una oleada de placer me recorre, un sentimiento que no había sentido en lo que se parece mucho, muchísimo tiempo. Había soñado con el sabor de estos labios desde que la vi por primera vez, el día en que regresé del servicio militar. Ahora, ya no recuerdo cuantas veces la he besado. Yo mismo me había arrebatado la posibilidad de volver a probarlos, así que sí, debo estar muerto.

Solo que no pensé que podría llegar al paraíso.

Pensé que, si existía el cielo o el infierno, yo llegaría al segundo y pasaría toda la eternidad destruyendo mi alma, obteniendo el castigo que merezco, pero no. Ahora estoy aquí, besando a la chica de mis sueños y no sé que buen acto hice para merecerlo.

Dove separa sus labios de los míos y me mira con nada más que amor, pero me encuentro lo suficientemente alucinado por su beso como para pensar más allá de lo que fue. Fue solo un toque sin lengua, solo nuestros labios haciendo colisión, pero ese simple roce me hizo sentir mucho más vivo que cuando lo estaba.

Acaricio su mejilla con mi mano en su rostro, limpiando la humedad debajo de sus ojos.

Aun así esto sea una ilusión, verla llorar otra vez por mí simplemente me destroza. Me muele a palos. La he visto llorando mucho más de lo que me gustaría y no quiero eso. Aunque no lo parezca, jamás he querido eso.

Me odiaré a mí mismo toda la eternidad por haberla hecho llorar. Ella no merece sufrir por un pendejo como yo.

—¿Acaso este es el cielo? —pregunto, sintiéndome emocionado y confundido, acariciando suavemente su mejilla—. Porque parece una habitación de hospital, nena. No me malentiendas, no juzgo los gustos decorativos de... eh... ¿El creador? Honestamente, no sé qué ente espiritual me espera detrás de la puerta, pero no pensé que el paraíso se vería como esto.

Dove se ríe y su risa es tan melodiosa que siento a todo mi cuerpo cobrar vida, a pesar de que estoy tan débil que casi no puedo moverme.

Ella lleva una mano a mi rostro, acariciando mi barba de probablemente muchos días.

—No, este es el mundo real, amor —murmura, pero estoy perdido en sus ojos.

Lucen hinchados, no los trae maquillados como usualmente recuerdo que los llevaba casi siempre, pero el azul aún brilla en ellos, a pesar de que están inyectados en sangre gracias a su llanto.

—Eres hermosa —susurro—. Eres un ángel.

—Logan —solloza, antes de volver a besarme.

Mis labios se separan para tomar aire y Dove aprovecha el momento para profundizar el beso. Su lengua toca la mía, solo un simple roce que me hace sentir más fuerte que cuando desperté. Se sienta en la cama, separa su boca de la mía y esconde el rostro en mi hombro, antes de temblar por los sollozos. Me abraza como si fuera lo más importante en su vida.

Mi Mejor Problema (AD #3) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora