⛸Capítulo 10⛸

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Fiesta en el penthouse
(Primera parte)

Aedus

—¡Lo vas a matar, bro! —Mike me jala por los brazos y me aleja del ring. Gruño botando sangre de mi boca, miro con expresión fría al hombre tirado en el ring lleno de sangre.

Las personas gritaron como locas y empezaron a dar dinero de las apuesta que hicieron. Mike me lleva hasta estar alejados de las personas, mi pecho está lleno de sudor y aún tengo la adrenalina por dentro.

Mis nudillos están rojos por lo tantos golpes que le di al idiota ese.

Mi mejor amigo me tumba en una silla de madera y me mira, enojado.

—¿Qué? —espeté frío.

—¡Casi lo matas, Aedus! No puedes arruinar tu carrera. ¡Ya estuvo bueno! —escupí sangre y cerré los ojos.

Una imagen llega a mi de mi hermano con Mack y ellos follando..., ¡maldición!

Que asqueroso.

—No le hice nada malo —especifiqué, pero él me miró con los brazos cruzados.

—¡Una mierda, bro! Vamos, vayamos a tú penthouse —guardó mis cosas en la mochila que traje y suspiró.

Había venido otra vez a correr y también a desquitar mi jodido enfado golpeando alguien, me sentí mejor. Ahora estoy un poco calmado, más o menos.

«Aedus, Mack y yo ya somos novios» Esas putas palabras fueron cuchillos en mi corazón, me dolió saberlo. Hice mi mayor esfuerzo para hacerme el indiferente, pero por dentro estoy hirviendo de la ira e impotencia. ¿Por qué? ¿Por qué mi jodido hermano? Aunque era de esperarse, Mack tiene la misma edad que él, yo pronto cumpliré veinticuatro años y aún seré más mayor que ella. Maldita mierda de edad.

Ha pasado una jodida semana y me he centrado en mis jodidas cosas, pero no puedo sacarla de mi puta cabeza. No puedo, joder.

Tonta mocosa.

Mi entrenador llega mañana y será un dolor en el culo tenerlo, me vuelve loco. Me tendrá vigilado igual que Milo, los odio a los dos.

Me he concentrado en mis negocios y no he visto a Mack, igual ella me evita a cada rato. Me daba rabia verla sonreírle feliz a mi hermano cuando a mi me insulta o golpea, bueno, me encanta esa parte de ella. A veces me la imagino de rodillas ante a mi y hundir mi polla en su preciosa boca hasta atragantarla.

Joder.

Me tensé cuando Nate se acercó a nosotros. Tiene su mirada relajada y las manos en los bolsillos.

Me levanté con pesadez.

—Vaya, casi matas al hombre —me dijo, tranquilo. Lo miré con desdén —. Tienes que calmarte, Aedus. No quiero a los putos policías en mi lugar —bufé.

—Sé muy bien lo que hago, Nate — siseo harto de su puta voz.

Chasqueó la lengua.

—Este lugar es mío, niño. No querrás que te eche, ¿verdad? —su mirada se volvió fría. Mike se acercó a mi.

—Vámonos, Aedus —dijo. No quité mi mirada de la de Nate.

—Es una gran idea, váyanse ambos —se dió la vuelta y se marchó.

Maldito.

Mike me tocó el hombro.

—Hey, vámonos  —asentí. Me dió una camisa de mangas blanca y me la puse de una vez.

Stay with me (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora