⛸Capítulo 64⛸

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Demasiado tarde

Aedus

Tiré el último cigarrillo que me he fumado en una hora, terminé fumándome una caja completa. La cabeza me da vueltas, me siento mareado y a la vez cansado. Pero...., me da igual.

Ella no le gustaría vernos...

¡Ella se puede ir a la verga!

Tengo días durmiendo aquí en el club, pero en mi oficina. No soporto ir al penthouse y ver cada rincón que me recuerda a ella, y no puedo dormir en la habitación que tengo aquí..., ¡porque todo me recuerda a ella! ¿Por qué carajos me dejó? ¿Por qué me rompió el puto corazón? Y más, ¿por qué sigo teniendo esa necesidad de ir a su casa, besarla y repetirle que la amo...? ¡Maldita sea!

Hice una mueca al ver todo mi alrededor, mi oficina está toda desordenada. Duermo en el pequeño sofá que está situado en la pared, hay cajas de cigarrillos y cervezas por todo el suelo.

Me senté en mi escritorio y me pasé las manos por el rostro, cansado. Mis nudillos arden porque me desquito golpeando algo, no le pongo mucho cuidado a ello.

Cerré los ojos unos segundos, la puerta fue abierta arruinando mi paz mental.

Red y Mike entraron, vieron todo y luego me miraron.

—Lárguense de aquí —espeté bajo.

—¿Cómo es eso que correrás esta noche? —inquirió M, molesto.

Abrí los ojos y los miré, están delante de mi.

—No puedes correr así, Aedus. Estás mal — musitó el pelirrojo con seriedad.

—Es mi vida, no la de ustedes. Así que, largo de aquí —señalé la puerta con hastío.

—Milo y Louis te han estado llamando, Amelia está preocupada por ti, ¡todos lo estamos! —se alteró el castaño —. Voy a llamarla...

—¡No! —me levanté, golpeando mi escritorio. Miro a mi mejor amigo —. Ni se te ocurra llamar a esa mujer —le advertí.

—Mírate, tú no eres así, Aedus —replicó Red.

Que se callen, por favor.

Me encogí de hombros.

—Quiero estar solo —exigí, pero ninguno hizo caso —. ¡Déjenme en paz!

—¡No lo haremos, terco! —gritaron al unísono.

La cabeza me martilla y siento que me explotará, si ellos no se callan y no me dejan en paz.

—Como sea, no me importa —rodeé el escritorio.

—No correrás en ese estado, Aedus —bufé por lo que dijo M —. Entiendo que estés sufriendo, pero no puedes dejarte vencer, amigo. Todos estamos preocupados por ti, y no correrás esa carrera —me giré para encararlo.

—¿Y por qué no? — zanjé.

—Porqué estás ebrio y drogado, además, Nate sigue suelto —comentó.

—No me importa, quiero volver a correr y punto —mascullé.

—¡No seas pendejo! —me gritó Red.

—¡Correré esa maldita carrera y punto! ¡Me da igual lo que ustedes me digan! —sin permitirles que siguieran hablando, salí de la oficina sin más.

Voy a correr y punto.

Kenzie

Mamá me ha dejado encerrada en mi habitación, hasta puso unos guardias debajo de mi balcón para no escaparme, me ha roto el celular. Ahora no puedo comunicarme con nadie. Discutimos, me rompió el celular, luego me trajo un jugo para calmarme, terminó prácticamente drogándome, porque desperté tres horas después y la cabeza me duele.

Stay with me (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora