12.Hospital.

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Camino por la calle, porque mi turno en el café ya ha terminado, voy cruzando la calle, cuando de repente casi un auto me atropella, pero frenó antes de que pudiera hacerme algún daño.

Veo a Jared a través del cristal, diciéndome con la mano que suba a su auto.

Debo tener un poco de calma, lo que hizo en el club es algo de niñatos, no debo ponerme enfadada por eso.

Hace alrededor de tres o cuatro días que no lo veo.

Y creo que está más lindo ahora.

Abro la puerta del copiloto y subo.

—Buenas noches, Jared—digo y él sonríe.

—Buenas noches, Stormi—dice—¿No estás enfadada conmigo?

—Para nada, estoy más que contenta contigo, digamos que todos los días voy a estar cambiando de un hermano para otro.

Su semblante cambió a uno serio y frunció levemente el ceño.

Me arrepiento de lo último que dije, porque creo que a Jared no le hizo mucha gracia como a mí.

—No hemos practicado más gimnasia—informa, cambiando de conversación.

¿Quién quiere practicar gimnasia contigo, cuando puede hacer otras cosas?

Debes de ver el otro lado a las cosas, Jared Payne.

Por dios, estoy sonando como una adolescente hormonal.

—No, creo que sería mejor que ya lo dejemos, nunca voy a aprender a correr—digo.

Jared ríe bajo.

Ambos miramos hacia la carretera, se podría decir que estaba algo nerviosa, pero en cambio, me sentía cómoda con su presencia.

—Debo de decirte algo—dice al cabo de unos minutos.

Su rostro cambia de uno feliz y amigable, a uno serio y frío nuevamente.

Mi móvil comienza a sonar.

Es Carlos.

—Debo contestar—digo.

Jared asiente.

—¿Aló?—es lo primero que me sale por la boca.

—Toni ha tenido un accidente, nada muy grave, pero debes de estar con él en el hospital, sabes mi problema—dice Carlos.

Luego escucho su voz, diciendo cual es el hospital donde está Toni.

Todo se me nubla de gris y Jared parece notarlo, coge mi móvil y comienza a hablar con Carlos.

Las lágrimas ya han empañado mi rostro y ojos.

Jared pone la máxima velocidad en su auto y al parecer no tiene miedo que la policía nos pillé, porque vamos a exceso de velocidad.

Al cabo de unos minutos escucho la sirena de la patrulla de policías, miro hacia detrás y por el cristal puede ver las luces azul y rojo.

Pero para ese entonces ya estamos frente a el hospital.

—Vete, yo me encargo de ellos—dice Jared.

Y hago caso, porque esta es una opción de vida o muerte.

Mierda.

Soy menor de edad, no me dejaran pasar.

—¿Acompañante de Toni Smith?—pregunta un doctor llegando a la sala de espera.

—¡Yo!—grito y alzo mi mano.

Todos los que están en la sala de espera se me quedan mirando.

—Acompañame , por favor—indica el profesor.

Voy directo a donde está el doctor, y comienza a hablarme de cientos de cosas que yo no entendía.

—...Toni está estable, solo le hemos dado un sedante para el dolor—explica por último.

—Menos mal, ¿cuándo puedo pasar a verle?—pregunto.

—Puedes venir mañana, o quedarte toda la noche hoy—dice.

—Me quedaré hoy...Toda la noche—digo.

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Me despierto y lo primero que hago es mirar hacia la cama donde estaba Toni ayer en la noche, y justo ahí está, pero no dormido, le están dando unas medicinas, y creo que me da un poco de miedo hablarle por como pueda reaccionar.

Busco mi móvil y veo que tengo mensajes de Jared, desde las 6:30am.

Jared:He pasado la mejor noche del mundo, en comisaría.

Jared:¿Toni está bien?

Jared:Debes de estar dormida como un ángel, nos vemos luego.

Ruedo los ojos al leer ese último mensaje.

Yo:Toni está bien.

Yo: Pensé que habías huido de la policía.

Yo:Me quedé en el hospital con Toni,¿piensas que no voy a estar dormida como un ángel en el sofá?

—... Mejórate pronto, Toni—dice la doctora para luego marcharse.

Nos quedamos solos, y en un silencio incómodo.

—Yo...No quería decirte todo lo que...todo lo que te dije aquella noche—dice entre balbuceos.

—Tranquilo, ya ha pasado, ahora debes de recuperarte...Carlos me llamó ayer en la noche antes de dormirme y dijo que vendría hoy en el mediodía.

Asintió y yo sonreí.

La semana siguiente transcurrió así, cuidaba a Toni cuando Carlos no podía, porque Carlos de había empeñado en cuidarle todos los días, porque decía que yo no podía con todo, aunque en realidad si lo hacía.

Diría que la amistad que tenemos Toni y yo es como una perfecta, una de esas que se ve en las películas de romance.

Y digo eso porque: cada vez que tengo alguna idea descabellada me dice que sí a todo, aunque cuando se trata de hacer algo que sabes que me puede perjudicar, me aconseja todo lo posible para hacerme desistir de esa idea.

Pero, aún así nunca me ha juzgado, por eso cada vez que él sonríe, tengo un motivo para seguir caminando en esta vida, para seguir enfrentándome a grandes desafíos que la misma me pone y espero que nunca se le crucé la idea de que me iré para otro lugar y me olvidaré de él, porque si eso pasa debe de tener seguro que lo llamaré a todas horas si es posible.

Nunca me había hecho tan apegada a dos personas, pero desde que mi madre me abrió paso a su confianza, y Toni dejó que yo fuese su amiga la vida me ha cambiado para bien.

Recuerdo que lo conocí cuando apenas teníamos ocho años de edad, él estaba sentado en un columpio, mientras que una señora ya mayor lo estaba empujando para que el columpio tomara fuerza, y yo le pregunté si quería jugar conmigo, el accedió, y desde ese día íbamos al parque todos los días solo para jugar, hasta que nos hicimos un poco más cercanos y nos juramos que nunca íbamos a separarnos.

Una Química PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora