Una Química Perfecta

8.Egoísmo.

Salgo de los vestidores de las chicas, porque es hora de la clase de gimnasia, me estrello con la pared del frente donde está la puerta.

—¡Auch!Eso duele—digo, usando un tono de voz bajo.

Salgo de allí, y me dirijo directamente a el campo de fútbol.

Hay algunas personas sentadas en las gradas bebiendo de sus refrescos, tiro mi mochila en la hierba y solamente voy hasta donde están los demás para unirme a ellos, y comenzar la clase.

—Cinco minutos tarde, señorita Walker—dice el entrenador.

Suspiro, porque ahora debo de correr más de lo que me gusta.

—Hola profesor, estoy muy bien, gracias por preguntar—digo, con un poquitín de sarcasmo.

—...¡Listos!...¡Fuera!—dice el profesor, y después el sonido del silbato se escucha por todo aquello.

Todos nos lanzamos a correr y me siento un poco mejor, por lo tanto, creo que le pasé a Dina y una de sus amigas.

Literalmente lo he hecho, le he pasado a Dina y una de sus amigas.

Me siento orgullosa de eso.

Esta vez solo había que dar una vuelta, por lo tanto, creo que llegué en cuarto lugar.

Primero Jared, luego Liam, luego Toni y luego yo.

Dina y la otra chica llegan un poco cansadas e inhalando y exhalando.

—Cojan cinco minutos de descanso—anuncia el profesor.

Voy directo a mi mochila y saco una botella de agua y bebo de la misma.

—Me gusta más el agua que el chicle para las clases de gimnasia—dice Jared mientras bebe de su botella.

—Creo que es mejor así—digo, dándole la razón.

Lanza la botella de agua hacia su mochila y se va a donde está Liam.

—Creo que tienes a Jared muy colado por tí—dice Dina llegando hasta mí.

—Solo somos amigos, y me entrena para ser mejor en gimnasia—menciono.

Porque jamás se me cruzaría en la cabeza estar con Jared, llevo enamorada de su hermano toda mi vida, jamás haría algo así.

Luego de eso hicimos unos ejercicios más para mantenernos en forma, según el profesor.

Si él estuviera enterado de que ingiero más comida chatarra que la que dice mi madre es saludable, de seguro, no tardaría nada en echarme de su equipo.

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Llamo a uno de los restaurantes para pedir comida rápida, ya que hoy mi madre no estará en casa, solo en la noche y apenas son las 5:00pm de la tarde.

—Buenas tardes, ¿en qué podemos ayudarle?—pregunta la voz de una mujer a través de la línea.

—Por favor una pizza con cebolla—digo.

—¿Desea algo más?

Lo pienso por un segundo.

—No, no deseo nada más.

—Perfecto entonces será, 2 dólares con 25—informa.

Luego le doy mi dirección y el número de la tarjeta de mi madre.

En media hora estarán aquí y yo podré disfrutar de una gran pizza con cebolla.

¿A quién le gusta la pizza con cebolla y queso?