26.Cena que termina mal.

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Me había costado un poco convencer a mamá de ir a la cena con los padres de Jared, pero había optado que la mejor manera era decirme que sí, porque yo no desistía tan fácilmente.

La enseñé a comer con cubiertos y servilletas, porque me había obligado, dijo que debía de ir presentable a esa cena, para caer bien.

Ahora mismo nos estamos arreglando las dos en mi habitación.

—No cierra el vestido—menciona mi madre tratando de subir la cremallera trasera de su vestido.

Fui hasta donde estaba ella para ayudarla a subir la cremallera de su vestido.

—Coge aire en los pulmones, para hacerlo más fácil—digo y ella lo hace.

Con todas mis fuerzas lo comencé a subir y este poco a poco subió.

—Creo que me voy a quedar sin respiración, y te toca ponerme los zapatos—dijo.

Fui y se sentó en la cama, para estirar sus pies y lanzarme sus zapatos para yo ir directo a ponérselos.

Así lo hice, unos zapatos de un tacón no tan alto fue los que ella eligió.

Yo opté por vestirme de color negro, un vestido, unas sandalias y mi cabello suelto, a fin de cuentas es la cena con mis suegros.

¿Qué podría salir mal?

Quizá hoy mueren mis suegros, por lo tanto, iré vestida de negro, ya lista.

—¿Lista?—pregunto.

—Estoy lista.

Fuimos hasta su auto destartalado, y emprendimos viaje hasta mansión de los Payne.

Por el camino observaba a todas esas parejas que se veían tan felices y me preguntaba si alguna vez pasaron por algo como Jared y yo.

Si también tenían bajones.

O, si también tenían esas ganas de matarle cada vez que se acordaban de lo que habían hecho.

—Jared parecer un buen chico—dice mi madre sacándome de mis pensamientos.

—Es un buen chico, con él no debes de tener miedo a que me pase algo—digo y sonrío acordándome del rostro de mi novio.

Se siente extraño que le llame así, pero de alguna manera es mi novio y debo de acostumbrarme a ello.

—Llegamos a nuestro destino final—informa.

Le da a la bocina y yo debo de girarme hacia ella.

—Mamá aquí las personas no son como tú y yo, aquí hay una cosa que se llama timbre—digo.

—Verdad, ya estoy haciendo el ridículo—dice.

Asiento.

Fuimos a la puerta tocamos el timbre y está se abrió sola.

—¡Wow, genial!—dice mi madre, asombrada.

Luego vamos hasta la otra puerta y hacemos lo mismo, y me sorprendo al ver quién es la que abre la puerta, la señora Payne me está sonriendo.

—Hola, pueden pasar, bienvenidas, Jared no tarda en bajar—dice y nos da un espacio para que entremos.

—Buenas noches—dice mi madre y pasa detrás de mí.

—Buenas noches, muchas gracias por la invitación—digo.

—Jared ha convencido a mi esposo, esperemos que la cena vaya bien—menciona—De antemano lo siento por lo que sucedió aquella noche en la fiesta de la empresa, no quería que algo como eso sucediera.

Una Química PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora