Capítulo 2

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Juventud, galanura, inteligencia, caballerosidad, amabilidad, pero sobre todo cariñoso, esas son las características que Daniela daría si le pidieran que definiera a su novio Johan Vera, al cual amaba por sobre todas las cosas y por quien ha estado dispuesta a todo.

Sus pensamientos divagaron durante el camino a casa entre los pros y contras del empleo en el café de Nela y en su relación con el joven de cabello rubio quemado. Si bien, ella no se consideraba una persona para la cual el sexo fuera indispensable, conocía a su novio a la perfección y sabía que para él el tema del sexo si era algo primordial, por lo que el hecho de tener esos horarios de trabajo implicaría reducir su vida sexual o al menos realizar algunos cambios en sus rutinas.

Tan ensimismada en su pensamiento estaba que no se percató de haber llegado a su apartamento hasta que tuvo que insertar la llave para abrir la puerta, una vez esta se abre escucha como Johan salía de la ducha con una toalla amarrada en la cintura.

-Amor ¿Qué tal tu día? ¿tuviste suerte? – se acerca a ella saludándola depositando un beso en sus labios- ¿a qué hora te fuiste? Cuando desperté no estabas y mi teléfono no tiene servicio así que no tuve manera de contactarte.

-Salí pasado el mediodía y en lo referente a si tuve suerte honestamente no lo sé –se acomoda en el viejo sofá y el chico se coloca junto a ella prestándole atención- todo el día tuve entrevistas, pero en ninguna me aceptaron, todos dijeron "nosotros te llamamos" con ese tonito en el que sabes perfectamente que no te van a llamar, pero al llegar al café que está a unas cuantas cuadras de aquí vi que estaban solicitando ayuda así que pregunté y el empleo es mío si es que lo quiero.

-¿Por qué dudas? Porque claramente estas dudando en aceptarlo- menciona el chico sacando las galletas de la bolsa de comida que había dejado la castaña sobre la mesa de centro y dándole una mordida- esto esta delicioso- menciona con la boca llena.

-Lo dudo porque trabajaría de ocho a ocho y eso nos dejaría sin tiempo para nosotros- mencionan con tristeza sin dejar de ver al chico, limpiándole un poco las comisuras de los labios que se llenaron de azúcar proveniente de la galleta.

-Amor, por ahora lo mejor es que ambos tengamos ingresos, recuerda que debemos pagar el alquiler de este apartamento además de resolver la situación de nuestro auto, creo que nuestra relación es lo suficientemente fuerte como para mantenerse estable ante esa situación, además lo haríamos por un tiempo en que nos nivelamos y ya después buscas algo que mejore en tus horarios pero la verdad es que al yo estar trabajando por las noches dudo mucho que puedas tener un mejor horario de día, lo ideal sería que también trabajaras de noche pero yo no me sentiría seguro de dejarte andar por la ciudad sola de noche- le deposita un pico sabor galletas de chocolate- en mi nuevo trabajo como guardia de seguridad de bodegas, no hay trabajo para mujeres.

-Lo sé, pero aun así desearía que volviéramos a trabajar juntos, es más fácil así- se abraza al pecho desnudo del chico.

-Lo se amor, pero míralo de esta forma- le alza la cabeza para hacer contacto visual- nos relacionaremos con otras personas, ampliaremos nuestros círculos de contacto y tal vez logremos encontrar trabajo en el mismo lugar de nueva cuenta.

-Tienes razón amor, en ese caso mañana mismo me presentaré en el café a trabajar- menciona con determinación.

-Perfecto- le deposita un beso un poco más largo en esta ocasión- será mejor que me cambie para irme a trabajar, no quiero que se me haga tarde-pone un alto a sus hormonas ya que si continúa profundizando el beso sabe que no va a parar hasta hacer suya a su castaña novia.

- ¿tan pronto? –menciona Daniela con carita triste- pensé que tendríamos tiempo para cenar juntos.

-Lo siento pequeña- camina rumbo a la habitación siendo seguido de cerca por parte de la castaña- pero tengo muy poco tiempo para alistarme y salir corriendo si quiero llegar a tiempo a mi trabajo.

-Es una lástima- la castaña se adentra en la habitación siguiendo los pasos de su novio- en ese caso me daré una ducha y cenaré sola- menciona sin dobles intenciones, despojándose de sus zapatos y comenzando a desnudarse sin buscar tentar al rubio, ella simplemente desea tomar una ducha relajante- puedes llevarte uno de los emparedados con papas que hay en la bolsa que traje del café- dice entrando al cuarto de baño dejando la puerta abierta, ya que esa era una costumbre que tenía desde pequeña, por alguna extraña razón no le gustaba cerrar la puerta del cuarto de baño cuando se duchaba.

-Maldición Daniela, si me corren por llegar tarde será tu culpa- se despoja de la toalla y entra corriendo dentro del baño tomando por sorpresa a su novia a quien hizo suya de una forma rápida pero satisfactoria; si había algo en este mundo que el guapo chico no podía evitar era el tener entre sus brazos a la castaña, pero en esta ocasión esta situación lo hizo correr, colocando su uniforme (pantalón y camisa negras) precipitadamente para salir lo más rápido posible a conseguir un taxi que lo llevara a su destino. El taxi no tardó en llegar y ya en el camino se percató de que había dejado sobre la mesa de centro el emparedado que Daniela había conseguido en el café para él - oh Daniela, mi dulce Daniela- susurra al recordar los momentos compartidos apenas unos minutos atrás ocasionando que el amigo de su entrepierna comenzara a endurecer.

El viaje transcurrió con rapidez, al ser de noche el tráfico era mínimo y sobre todo por la zona a la que se dirigían, zona que no tenía nada que ver con la de las bodegas que le mostró a la castaña como su lugar de trabajo.

-Servido joven- el taxista menciona al llegar a la dirección que Johan le dio, se encontraban en una zona residencial y habían aparcado justo frente a la caseta de vigilancia de un complejo de diversas residencias.

-Gracias- le extiende los billetes observando la cantidad a pagar en el taxímetro- quédese con el cambio, que tenga linda noche- se baja sin esperar la respuesta del conductor, saca del bolsillo de su pantalón la tarjeta para abrir la puerta y pasa llamando la atención del guardia de seguridad.

-Buenas noches joven- menciona el guardia desde la caseta.

-Buenas noches Lamar- saluda con familiaridad al hombre afroamericano de complexión robusta y que pasaba del 1.90 mts- ¿Qué tal mi heat? –cuestiona sin dejar de caminar.

-Cada día peor- sonríe el hombre desde la ventanilla de su puesto- deberías pensar seriamente en cambiar de equipo.

-Eso nunca- menciona sonriendo- que tengas excelente turno, nos vemos por la mañana- se despide comenzando a trotar para avanzar lo más rápido posible, estaba a dos minutos de las nueve y no podía ser impuntual.

-Por un momento pensé que no llegarías- una rubia y muy hermosa mujer que fácilmente pasaba de los cuarenta años abría la puerta enfundada en una bata de seda color negro, contrastando con su pálida piel y observando al chico con deseo.

-Me retrasé un poco al salir de casa, pero nada del otro mundo- responde Johan colocándose en el marco de la puerta, la entrada era obstruida por la rubia impidiéndole el paso- ¿me dejarás pasar? O ¿me piensas castigar por mi gran retraso? - observa el gran reloj en la pared del pasillo que marcaba las nueve menos dos minutos.

-Nada de eso- lo toma de la chaqueta dejándolo peligrosamente cerca de sus labios- te haré pagar cada segundo del retraso de la forma que a mi mejor me complazca y en este momento tengo unas enormes ganas de un beso tuyo- lo mete a la casa, cierra la puerta y una vez en la privacidad de su casa une sus labios con los del chico y en un rápido movimiento se despoja de su bata quedando al desnudo frente a Johan, quien, una vez la mujer cortó el beso quedó anonadado con la impactante figura de la mujer- vamos niño que la noche apenas comienza- menciona la mujer caminando frente a él, contoneando las caderas y anunciando una larga noche.

Porque a pesar de que Daniela tenía en el mejor de los conceptos a su novio, si algo describía a la perfección a Johan Vera era que sacaba provecho a su juventud y al cuidado que le daba a su cara y cuerpo, además de ser sumamente inteligente, completamente embaucador, con mucha labia y sumamente infiel, sobre todo si había dinero fácil de por medio.

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