Capítulo 11

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- ¿pudiste averiguar algo? - un preocupado Juan Carlos se acerca a la menor de sus hijas que se encontraba junto a la barra de alimentos que el acogedor hotel en que se hospedaban tenía a su disposición todo el día.

-Papito deberías relajarte- menciona Valentina sirviendo fruta en su plato- Poché es extraña, ya deberías de saberlo.

-Eso lo sé hija, pero ella es de las pocas personas que conozco que no viven pegadas a sus teléfonos y el que en los días que llevamos aquí no se despegue del aparato me resulta fuera de lo común- toma una rebanada de pastel de chocolate, otra de pie de calabaza y doble taza de café para dirigirse a paso lento a la mesa donde Poché se encontraba perdida en su teléfono con sonrisa de boba enamorada, la cual no se borraba incluso cuando tomaba de su café.

-Tienes razón- Valentina los detiene a escasos metros de la mesa- ella nunca le sonríe al teléfono, lo cual me hace pensar seriamente en que no es el teléfono en sí, sino la persona con la cual se está comunicando.

- ¿estás pensando lo mismo que yo? – Juan Carlos cuestiona a la menor de sus hijas retomando su andar con lentitud.

-Tiene una aventura- menciona Valentina.

-Está enamorada- externa Juan Carlos al tiempo con la menor de sus hijas quien al escuchar lo diferente que era el pensamiento que ambos tenían soltaba una enorme carcajada que llamó la atención de su hermana, quien al verlos acercarse dejó boca abajo el teléfono.

- ¿y ustedes de que se ríen? - pregunta al ver que se sientan en la mesa después de verse descubiertos ante la reacción de sus deducciones.

-Nada hermanita, solo que mi apito es un romántico empedernido.

-Y tu hermana una sínica que necesita un poco de romance en su vida- coloca una nueva taza de café acompañada por el pastel de chocolate frente a Poché- las relaciones interpersonales van más allá del sexo hijita.

-Es demasiado temprano para hablar de sexo papito, incluso para mí que lo utilizo como una manera de desahogar tensiones- Valentina toma una pieza de durazno y le guiñe el ojo a su hermana.

-Yo no digo que no lo tengas, es solo que también es importante el amor, el romanticismo, el pensar día y noche en esa personita especial y sentirse incompleto al no estar cerca de ella- Juan Carlos suspira.

-Lo siento papito pero yo no tengo tiempo para el romance- menciona Valentina recibiendo un correo electrónico en su teléfono- y parece ser que tampoco tengo tiempo para descansar-señala el teléfono que revisaba- ya sabía yo que traer mi portátil sería de mucha ayuda, tengo trabajo por hacer para el lunes y si no lo comienzo desde ahora tendría que volar a casa el sábado mismo- continua revisando el mensaje recibido de uno de sus catedráticos- tal vez Poché con su vida de artista y con esa hipersensibilidad a la belleza y las emociones que desencadena haya sacado algo de tu romanticismo papito.

- ¿de qué bando eres hija? ¿del amor y romance? O ¿del sexo sin compromiso y como método de relajación? –el hombre cuestiona observando con detenimiento las reacciones de su hija, la cual no solo se puso roja, sino que las manos le sudaron y si voz tartamudeo.

-Yo, bueno, creo que en esta incómoda conversación voy a ser mas de tu equipo papito- toma un bocado del pastel buscando obtener algo de tiempo extra pero su padre la observa insistente esperando a que termine y así pueda continuar desarrollando su punto- el romanticismo es una de las tantas formas de expresar el amor que existe en el humano, incluso hay un movimiento artístico que lleva ese nombre que se caracteriza por su enfoque a las emociones, y si me preguntas mi punto de vista, el romanticismo es una de las formas más bellas de expresión que podemos tener ya que incluso podemos acudir al arte para encontrar las palabras precisas al momento de dejarle esa nota al ser amado o al buscar en el ambiente el encuadre perfecto para tener una cita con la persona amada, sin importar las personas que les rodeen, lo único que importa en ese instante son ellos dos que brillan con luz propia creando una atmosfera de amor.

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