Historias de Café

Capítulo 35

El airecito de la rosa de Guadalupe les ha llegado, así que disfruten el tercero.

La mañana era fresca, pero a Lucia no dejaban de sudarle las manos; había dormido muy poco pensando en la bomba que su hermana le había dejado en su apartamento por lo que a su mente vino la conversación que tuvo con su gemela una vez esta descendió del avión en Chicago.

-Dime que tu mensaje de "llámame en cuanto aterrices" es porque no estas enojada, me amas demasiado y no podrías vivir sin mí- menciona Laura tratando de aminorar el impacto de la llamada que estaba haciéndole a su hermana en ese momento.

-¿enojada? Para nada, ¿Qué si te quiero matar? Por supuesto- responde con una mezcla de seriedad y sarcasmo.

-Pero Lucy, hermanita, la más linda y buena de las dos, fue una pequeña bromita- busca por todos los medios lograr que a su hermana se le pase el enojo de la situación- pero si estas pidiéndome que hablemos es porque ya decidiste que hacer ¿cierto? ¿iras tras ella? Dime que si por favor, me haría sentir menos culpable.

- ¿tú estás loca? Cómo me le voy a parar enfrente para decirle "mi demente hermana se hizo pasar por mí para vengarse de tu hermana porque prefirió a la madre de su hija que a ella" ¡¿Cómo?!

-Está bien pero no me grites- suspira- ¿quieres que le rompa el corazón? –la línea queda en silencio lo que a Lala le hace pensar que su hermana aun no sabía que hacer por lo que aún quedaba un poco de esperanza para ese par- ¿Lucy? ¿sigues ahí? ¿no sabes qué hacer?

-Mi vida es perfectamente rutinaria, todos los días me levanto, voy a la oficina con papá, regreso a casa, paso la tarde noche leyendo, escuchando música o viendo alguna serie hasta que llega la hora de dormir y vuelvo a repetir al día siguiente. Soy demasiado simple y por una noche, por una bendita noche decidí ser diferente, decidí ser fuerte, segura de mí y salir a esa fiesta de antifaces donde se suponía nadie me reconocería, pasaría desapercibida y podría volver a casa teniendo la experiencia de mi vida- suspira.

-Y lo lograste- afirma Lala- porque de la forma en que Valentina se expresa de esa noche y con la nota que le dejaste esa fue la mejor noche de tu vida, una que ni en tus más locos sueños hubieras pensado vivir.

-Pero debía quedarse así: en algo de una sola vez, en una experiencia única, en la parte extraordinaria de mi vida simple, pero ahora, gracias a ti, tengo en mis manos el destino de Vale y ella no merece sufrir por nuestra culpa.

- ¿nuestra? Sería mía Lucy, fui yo quien la engañó- Laura asume su responsabilidad.

-Sí, pero soy yo quien la dejó esa madrugada sola después de lo que vivimos por el miedo de enfrentarla a la mañana siguiente, soy yo quien ahora tiene en sus manos el poder de que esta noticia sea menos impactante para ella o le destroce el alma.

-Yo no sé qué decir, ¿quieres que vuelva? ¿Qué hable con ella? Dime que hago, lo último que deseo es que estés mal Lucy, no me gusta escucharte triste.

-Voy hacer lo que debí hacer desde ese primer encuentro: confrontar la realidad.

Y eso es lo que estaba haciendo. Se había levantado temprano, se dio una larga ducha para relajarse y quitarse el cansancio de la mala noche pasada, se vistió de jeans y oversize tshirt, sujetó su cabello en una coleta alta y se dispuso a manejar hasta el café de Nela, lugar donde le pidió a su hermana que le dijera a Valentina que la viera a las diez de la mañana.

En la entrada del lugar un gran letrero la sorprendió: "solo para llevar, servicio de comedor cerrado"

-Diablos- pensó Lucy al ver como los comensales solo hacían sus pedidos, se sentaban en las mesas a esperar y en cuanto sus números estaban listos salían con sus paquetes a comerlos en otro lugar. Se acercó a la barra viendo a una Abi correr de un lado a otro hasta que por fin la pudo atender- buen día Abi, ¿mucho trabajo?