Recuerdos

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Estamos subiendo los escalones que van a la puerta de mi jet privado y dejo entrar primero a Ámbar y luego yo esperándonos las azafatas.

—Bienvenidos —mi niña las saluda con la mano y yo asiento con la cabeza para sentarnos y abrocharle el cinturón a mi preciosa muñequita.

La puse al lado de mi asiento ya que son dobles y también me abroche el cinturón para poder despegar, estoy un poco cansado y son 8 horas de vuelo para Madrid así que aprovecharé para descansar los ojos.

—Cariño, dormiré unas horas, ¿está bien?

—Si papi —me sonríe, le beso la cien  y sigue dibujando en su iPad.

Cierro los ojos y caigo en sueño profundo...

¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué me recuerda este lugar? Es el jardín de mis padres...

Veo una persona de espaldas y se voltea a mirarme para sonreírme, me sorprendo al ver quién es...

—Tío Johnny —digo asustado y asombrado a la vez, tío Johnny murió hace años — ¿estás vivo? —detrás suyo sale un perro con pelaje blanco y manchas negras y es ducky, Tío Johnny fue quién me lo regaló antes de fallecer en un accidente.

Ducky viene a mi brincando y ladrando poniéndome feliz de verlo que se me salen unas lágrimas.

Comienzo a acariciarlo y a llorar porque deje que se lo llevaran y lo mataran sin yo poder hacer nada...

—Perdóname ducky —le digo cayendo mis lágrimas de mis mejillas y una mano toca suavemente mi pelo detrás y al girar, es... es... Leila... es Leila.... —Leila... —me paro para abrazarla y se siente tan real tenerla en mis brazos, no recordaba esta sensación que ella me daba hasta ahora.

—Protégela Marcus —me dice Leila mientras se marcha mientras camina de espaldas y me mira llorando.

—Corre peligro su vida —me dice el tío Johnny alejándose también pero no puedo moverme, me siento amarrado a algo.

Veo como se aleja junto con Ducky hacia una luz bien resplandeciente y miro a la derecha y Leila también.

—Oigan, no se vallan, esperen... ¿quién corre peligro? ¿Ámbar? —pregunto mientras intento moverme hacia Leila.

—Protégela, te necesita... —me dice Leila antes de marcharse con la luz...

—¡Leila! —grito su nombre despertando de golpe con la cara sudada y los ojos con lágrimas.

Ámbar no está a mi lado y entro en pánico, me quito el cinturón y empiezo a buscarla y al llegar a la azafata, se abre la puerta del baño y Ámbar sale bien y sana a lo que proceso a abrazarla, me preocupé bastante al no verla a mi lado. Luego nos sentamos juntos y saco mi teléfono mientras pienso en ese sueño tan real y tan extraño... Busco la foto de Leila que fue mi compañera de la universidad y mi primera novia antes de ella fallecer. Me quedo mirando su foto y le hago zoom destacando su hermoso rostro, ella estaba llena de vida...

—Papi, ¿quién es ella? —me saca de mis pensamientos y le sonrío.

—Ella fue mi primera novia, se llamaba Leila —ella me presta más atención.

—¿Y qué le pasó?

—Murió en un accidente de tránsito —se me cristalizan los ojos pero lo reprimo — la atropellaron en un peatonal justo cuando se despedía de mí —recuerdo ese momento como si fuera ayer, tenía dos años ya culminado, me faltaba 2 más para terminar la carrera y ella estudiaba psicología clínica, era bien hermosa pero no la valoré lo suficiente, no como merecía.

Paso a paso al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora