El Rey Demonio

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Narra Marcus:

Toco el timbre en la puerta junto con Ámbar ya que vinimos a visitar a Alex en su condominio. Para su recuperación, le otorgué 2 semanas de licencia aunque recuerdo que se negaba en mi oficina queriendo simplemente 3 días, es peor que yo sobre trabajar duro. Abre la puerta dejándonos ver su brazo enyesado con un cabestro que cuelga de su cuello y su sonrisa nerviosa por darle la sorpresa de venir a visitarlo. De imprevisto Ámbar lo abraza quedando inmóvil unos segundos pero reacciona recibiendo el abrazo y dándome una sobredosis de ternura pura.

Entramos al área de la sala luego de poner las frutas en la cocina y nos sentamos en el mueble para conversar aunque Ámbar se quedó al lado de el resurgiendo algo llamado celos.

—¿Cómo has estado? —le pregunto olvidando mi egoísmo de lado.

—Me siento mejor, aunque sigo con el soporte solo por costumbre —nos reímos.

—Te agradezco nuevamente por salvar la vida de mi hija varias veces, no tengo cómo pagarte —hace un sonrisa leve y pone su mano en la cabeza de Ámbar para suavizarla con el brazo libre.

—No se preocupe por eso, lo hice sin esperar nada a cambio —la mira —la señorita me ha conquistado al igual que usted —voltea a mirarme y es cierto, incluso, Alex sonríe más seguido desde que empezó a conocer a Ámbar.

—Me alegro saber eso —luego de media hora de ponernos al día, nos despedimos y nos fuimos a la empresa ya que Ámbar aún tiene vacaciones de verano y quiere estar conmigo, cómo decirle que no.

Sobre la compañía, ya esta en curso su reparación donde fue ocurrido el daño y ya el ingeniero a cargo casi está culminando la construcción de remodelación ya que no fue gran cosa y más si hay dinero de por medio.

Antes de entrar al ascensor un inversionista me detiene al verme de oportunidad y yo sin ánimos de hacerle un desaire, le brindo de mi tiempo para escuchar su propuesta.

—Cariño, ¿te adelantas? Iré en unos minutos.

—Si papi —le sonrío y entra al ascensor.

Minutos después de escuchar lo que tenía que decir, quedé a gusto con su propuesta laboral y le acepté el documento detallado acerca del proyecto que quiere asociar con nosotros la empresa donde el trabaja. Las puertas se abren saliendo de la caja metálica y me encuentro con lo que menos esperaba.

—¡No es la manera correcta de tratar a una dama! —es la voz de mi princesita pero enojada.

Las personas del alrededor quedan en silencio y murmurando al verme acerca al hombre que le habla mi hija.

—Señorita Ámbar no le preste atención, estoy bien..—niega con la cabeza, tan decidida...

—¡Tienes que pedirle disculpas! —grita mi hija a este imbécil.

—¿Te crees dueña de todo esto sólo porque te adopta...? —su verborrea cesa cuando la joven ofendida me saluda preocupada y siente mi presencia detrás.

Pongo mi pierna en su espalda pisándolo y lo empujo cayendo de cara haciéndole comer el polvo del alfombrado, quedando todos asombrados y me pongo al lado de mi bebé.

—¡Señor Marcus! —se levanta enseguida del suelo y me saluda y lo fulmino con la mirada.

—¿Qué esperas para disculparte? —hablo calmado.

—¿Eh? —queda conmocionado y no dice nada.

—¿Eres sordo o estúpido? Mi hija dijo que le pidas disculpas a la joven y estoy esperando que lo hagas, no tengo toda la mañana —entro mis manos en mis bolsillos a la espera que lo haga.

Paso a paso al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora