Mi reina parte 1

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Narra Marcus:

—¿Pa salimos al parque a jugar con la nieve? —llega mi preciosidad de niña de la nada.

Estoy en mi despacho trabajando ya que me quedé en casa por petición de mi nena ayer, no debería consentirla tanto pero es que me doblego.

—Bueno cariño, es que tengo much...—se acerca a mi quedando a mi lado derecho y haciendo un puchero.

—Por favor...—me suplica y yo como tan "inquebrantable que soy" acepto.

—De acuerdo, iremos pero sólo por un rato —miro el reloj y no es temprano.

4:50 p.m

—¡Yei!— grita de entusiasmo pegándomela —me paro de silla y seguido me empuja —¡cámbiate papi rápido! —me saca de empujadas de la oficina.

Doy un sorbo de café negro de mi vaso portable que compré en el camino, sentado en el banco del parque municipal mientras miro a Ámbar jugar con la nieve en el parque a poco metros. Estoy muy bien abrigado y mi niña también porque sino nos congelaríamos, tanto así, que tuvimos que usar guantes para salir, hace bastante frío en esta temporada de navidad. Ella juega con otros niños, viéndola como se divierte y me gozo verla sonreír, es un deleite que sólo el que es padre lo entendería.

Luego de media hora fuera, cae el atardecer y decidimos ya marcharnos a casa, para cenar. Seguido de entrar, me pongo las pantuflas prendiendo la chimenea y arreglando la calefacción de la casa. Yo decido dejarme el abrigo puesto ya que aún siento que hace frío. Llegando a la cocina preparo algo rápido para comer, llevándolo a la sala y así prender la televisión. Ámbar ha llegado a mi con una sonrisa coqueta logrando que sonriera automáticamente.

—¿Qué pasa? —cuestiono curioso por su carita traviesa.

—Quiero estar cerca de ti —me declara con un poco de timidez, me doy cuenta porque juega con sus dedos a la vez que los mira.

—Pero amor...¿Qué te lo impide? —alza la mirada y le guiño un ojo estallando de felicidad.

Ella se pone en medio de mis entrepiernas y entra la cabeza por debajo del abrigo, estando confundido hasta que saca la cabeza por el cuello del mismo y me produce una carcajada bien sonora haciendo eco por lo tierna que es. Acomodándome un poco en el sofá para acostarme, vemos una película al mismo tiempo que comemos. En el transcurso de la película me quedo dormido.

Al día siguiente...

Una risita juguetona de fondo inunda mis oídos acompañado de unos besos en toda la cara. Ya sé quién es, sonrío sin abrir los ojos aún.

—Princesa...—la voz me ha salido más ronca, es porque me acabo de despertar.

—¡Buenos días papi! —escucho su risa nueva vez, ahora si la observo y me engatusa con sus preciosas pupilas que hace que caiga sus pies.

—Buenos días cariño, debiste despertarme... —digo al terminar de despertar y dándome cuenta que dormimos juntos en la misma posición de ayer —¿No estabas incómoda? —niega con la cabeza sonriendo —¿Dormiste bien? —ahora asiente juguetona y aún dentro de mi abrigo me abraza trasmitiendo su amor y yo no lo puedo rechazar.

Luego de media hora de alistarnos, mi nena decide acompañarme a la empresa y yo acepto, me gusta tener su presencia en la oficina aunque no pueda prestarle la atención que ella merece, soy muy egoísta, lo admito. Antes de irnos, saludamos a Martha al tomar el desayuno, agradeciendo al destino que ella no nos encontrara en la posición que dormimos o sino se enojaría conmigo por consentir tanto a Ámbar, ya terminado mi café decidimos marcharnos. Después de 35 minutos de camino hacia el centro de la ciudad, siempre de ruidosa, llegamos a la oficina recibiendo los buenos días de mis empleados.

Paso a paso al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora