No todo es lo que parece

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Narra Alex:

—¿Qué? ¿Por qué? —le pregunto un tanto anonadado por su petición.

—Es que... me da miedo dormir sabiendo que... —ella hace una pausa evitando mi mirada.

—¿Quieres contarme que te preocupa? Así buscaré la manera de ayudarte —le sonrío inspirándole confianza de abrirse.

Ella respira profundamente y comienza a hablar.

—Tengo miedo de que... —unos toques en la puerta la interrumpen y yo me paro para abrirla.

—Está lista la cena —dice la señorita Amanda y yo la miro serio.

—Gracias por avisar —ella se retira observando detrás de mí y yo me percato.

Me acerco a la señorita y me pongo de cuclillas frente a ella que está sentada en la silla.

—¿Quieres cenar? —ella niega con la cabeza asustada —Entiendo... No te preocupes, no te obligaré —llevo mi mano a su rodilla y le suavizo sonriéndole.

Bajo las escaleras para llegar a la cocina dándome cuenta que Martha no está y es raro, porque creo que hoy no es su día libre. Mis sospechas aumentan al ver a la señorita Amanda guardar algo apresuradamente en un cofre de la cocina y yo entro sigilosamente.

—Con permiso —ella se voltea saltando del susto y me confirma que algo esconde.

—Alex, me asustaste, no te esperaba de la nada al no escuchar tus pasos —ella explica escondiendo algo detrás de su espalda.

—Perdóneme por asustarla, no era mi intención —me disculpo buscando que se valla de la cocina y me aparto para que tenga oportunidad de irse.

—No te preocupes, yo me retiro a mi dormitorio, buenas noches...—noto nerviosismo en su voz.

—Buenas noches señorita Amanda —ella se va del aérea y yo aprovecho luego de confirmar que se ha ido, investigar el alrededor para encontrar algo.

Subo a mi habitación satisfecho por mi búsqueda, también con una bandeja con otra comida que no fue la preparada por ella y al entrar, está sentada en la orilla de mi cama y se pone alegre al verme, sintiendo algo raro en mi pecho que no es malo.

—Puede comerlo Señorita, fue hecho por mí —le pongo la bandeja en la mesa y ella se sienta —Que le aproveche —empieza a comer y yo reviso mi saco buscando mi segundo celular.

—Ya terminé —dice la niña y yo pongo la bandeja en el estante de la esquina.

—Me da gusto ver que le gustara —ella asiente y yo me siento frente a la MacBook a ponerme a trabajar sobre unos documentos que me mandó mi jefe.

Luego de unas horas revisar detalladamente y encontrar fraudes y mentiras, se lo envío como evidencia al señor Marcus ya que lo necesita y me volteo al haber tanto silencio, dándome cuenta que la pequeña se durmió en mi cama. Me levanto para confirmar y sí, está bien dormida y desborda una ternura al verla con su pijama de panda . Cubro con las sábanas su cuerpo y me siento en el sillón de piel que está al lado de la cama y luego de enviarle un mensaje al señor, me quedo atrapado en los brazos de Morfeo.

Vibraciones llegan a mi oído despertando de mi ligero sueño, es mi celular en la mesita de noche que resuena y es el señor Marcus. Atiendo la llamada parándome del sillón para no interrumpir el sueño de la señorita Ámbar. Llego al baño cerrando la puerta despacio.

—¡Alex! Buenos días ¿Cómo está mi hija? —suena preocupado.

—Buenos días Señor, su hija está bien, ella sigue durmiendo en mi cama —le explico.

Paso a paso al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora