Afecto a flor de piel

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Narra Marcus:

Esta mañana me he despertado en mal estado ya que no me cuidé con la alimentación y al empaparme en la lluvia hace dos días, me contagié de un resfriado en este tiempo de invierno quedando débil en la cama, incluso me siento con fiebre y no quiero moverme porque no tengo fuerzas. Escuché que habrá una tormenta nevada hoy y Martha no podrá venir. Ámbar ya está de vacaciones, que por ese lado no me preocupa, así que descansaré unas horas para recuperar energía y levantarme a beber un medicamento, solamente me queda cerrar los ojos y dormirme.

Siento un peso ligero en mi frente, creo que es una mano pero es tan... ¿pequeña? Y luego me depositan un beso en los labios incurriendo a que despierte desconcertado y conecto con los ojos de mi hija que está preocupada.

—Cariño...—me pongo a toser — no deberías estar muy cerca de mi, puedes contagiarte amor —le digo tratando de mantener los párpados quietos.

—Estás enfermito...—dice con los ojos llorosos y me siento culpable por provocar su tristeza.

—Estaré bien princesa, sólo tengo que... —esta maldita tos no me deja terminar la frase —sólo debo descansar para recuperarme, no llores por eso —se escapa una lágrima y yo sin pensarlo voy a limpiarla como también acaricio su rostro.

Ella lleva ambas manos a la mía que está situada en su mejilla, suavizándola con ternura y sonrío leve para que no se preocupe de más pero realmente me siento fatal. Observo como queda pensativa por unos segundos y me mira fijamente cambiando su semblante tierno a uno serio, confundiéndome.

—¡No te preocupes papi, yo te cuidaré! —me dice con ánimos y bien decidida que sale corriendo de la habitación a hacer no se qué sin darme el chance de detenerla.

Espero que no se haga daño porque no estoy en mi mejor momento ni en la mejores condiciones climáticas. Toso mucho y bebo un sorbo de agua para luego arroparme cuerpo entero con la colcha volviéndome a dormir.

Llegan a mis oídos una taza resonar despertando de mi sueño ligero y me doy cuenta de que Ámbar hace el esfuerzo de traerme una sopa en una bandeja con mucho cuidado, verla como se esmera por no tropezar me parece tan adorable aumentando mis ganas de amarla.

Llega sin problemas a la orilla de la cama y hago el intento de sentarme, la ayudo a ponerme la bandeja en las piernas y quedar recostado del espaldar de mi cama. Agarro la cuchara para aprobarla pero antes de, verifico que ella esté bien.

—No debiste bebé, podrías haberte lastimado...—le digo con un hilo de voz siendo no ronca sino debilitada.

—Tuve mucho cuidado papi, toma la sopa para que te mejores —sonrío acatando su orden y la apruebo tomándome por sorpresa el buen sabor que tiene.

—¡Está muy deliciosa! —ella agranda su sonrisa seguro orgullosa por reconocerla —muchas gracias amor...

Aunque era una sopa de fideos y papas, me fascinó tomarla y más si fue preparado por mi razón de ser. Cuánto agradezco al cielo por su llegada a mi vida. Termino de tomar la sopa y ella se regresa con cuidado a la cocina y luego de media hora, está de vuelta a mi aposento, me trae una taza.

—¿Y esto qué es? —cuestiono intrigado.

—Es té de manzanilla, para que lo tomes después papi con el medicamento —asiento obediente y se sube a la cama sentándose debajo de sus piernas mirándome fijamente.

—¿Pasa algo? —ella niega con la cabeza.

—Es que no quiero que empeores como mami, hice lo posible por cuidarla pero no era suficiente ya que vivíamos en una situación precaria y no quiero volver a ser una mal hija —baja la mirada pero lo impido poniendo mi dedo índice en su rostro para levantarla mirándonos a los ojos.

—Eso no es cierto, yo sé que siempre has sido una niña maravillosa, tu madre también lo sabía y agradezco que me estés cuidando aunque debería ser al contrario —río y me sigue la corriente —no vuelvas a decir eso o me pondré muy enojado —cruzo los brazos "indignado" y de repente se abalanza hacia mi para abrazarme con fuerza.

—Te amo papi...—no quisiera que estuviera tan cerca de mi porque estoy sudando la fiebre y puede enfermarse también además que no traigo camiseta, estoy semi desnudo pero no puedo negarle el afecto que desborda, siempre a su merced.

—Yo también te amo princesa —le correspondo finalmente el abrazo dándole un beso en su cabello.

—Papi, te toca tomar la pastilla pero no lo pude encontrar abajo —tengo en el botiquín de mi baño pero no sé si lo alcance.

—Están en el botiquín del baño —le señalo con la mirada y ella va de prisa —ten cuidado, puede que no llegues así que usa la mini escaleras... —trato de hablar alto pero no puedo.

Desde la llegada de Ámbar me he dado cuenta que soy muy paranoico, tengo miedo de que le pase algo sino estoy cerca.

Luego de unos minutos un estruendo de una caída hace que coja fuerza divina y me levante rápido de la cama, gran error. En la entrada del baño siento como me mareo siendo como soporte el marco de la puerta evitando que caiga de frente y veo que Ámbar está en el suelo sentada con la medicina en mano pero los demás están desordenados en el suelo.

—Perdón papi...—dice asustada y niego con la cabeza sonriendo.

—¿Tú estás bien cariño? —asiente y se levanta velozmente al ver que caigo se rodillas derrotado porque mi energía se fue instantáneamente cuando me alivié viendo a  Ámbar que estaba fuera de peligro.

Después de un rato pude levantarme e ir a la cama a acostarme. Tome la pastilla y el té de manzanilla que me hizo mi tesorito. Pongo mi cabeza en la almohada con ganas de dormir y antes de quedar atrapado en el mundo de los sueños, ese cuerpecito calientito se acuesta encima de mi, poniendo su cabecita en mi pecho y yo sin ánimos ni querer alejarla, lo que hago es abrazarla dejando en reposo mis manos en su espalda, recibiendo todo el amor que me ofrece.

Con esta pregunta me quedo dormido...

¿Qué hice en mi vida pasada para merecer este amor tan puro?

Mi conciencia despierta abriendo paso a mi vista y ya amaneció como desde luego, ya me siento mejor y no siento nada. Miro a mi pecho recordando que mi nena hizo mi cuerpo su cama y llevo de impulso su mano a su pelo peinándolo por un buen rato al admirarla dormir. Es una belleza que es exclusivamente mía. Sus manos se mueven como su cabeza indicando que ya despertó de sus dulces sueños y lo primero que hace es buscarme la mirada y al encontrarla con sus hermosas pupilas, le sonrío.

—Buenos días mi amor —menciono animado y se alegra de un momento para otro abrazándome por el cuello.

—¡Buenos días papi, ya estás bien!

—Gracias a una princesita hermosa que me cuidó todo el día de ayer —beso sus mejillas y se ríe.

—¡Es mi deber como hija! —exclama orgullosamente y yo no puedo evitar sonreír.

Paso a paso al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora