El amor de mi vida

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Narra Ámbar:

En esta semana me ha ido muy bien en el colegio teniendo nuevos amigos y la tarea que le mostré a mi papá le gustó mucho a la profesora y me elogió por ser una niña honesta y dulce captando la atención de todos. He tenido que acostumbrarme a estar esas horas a estar sin mi papá ya que pasé las vacaciones de verano con él en el trabajo y se me hizo un poco difícil cambiar de ambiente.

Las cosas con mis abuelos y mi papá no van bien, siempre el discute con ellos por teléfono y cuando le pregunto, no quiere decirme la verdad, me miente diciendo que todo está bien y que no tengo de qué preocuparme. Ha estado ocupado varios días y con una cara larga pero aún así hace el esfuerzo de darme de su tiempo y ayudarme con los deberes cuando es necesario. Por lo tanto, quiero hacerle una sorpresa para que no esté triste, le haré unas galletas caseras.

Ahora mismo estoy en la cocina con la nana Martha ya que quiero hacer una receta de galletas que me enseñó mi mamá antes de enfermar gravemente. Nana me ayuda con el horno y demás que sea peligroso para mi edad ya que no quiere escuchar la voz enojada de mi papi y yo estoy feliz porque quiero darle una sorpresa a mi héroe ya que lo he visto preocupado desde hace días y no me gusta verlo así. Hoy también salió de prisa porque tuvo que ir a resolver algo me dijo Nana ya que no estaba despierta cuando se marchó estando triste. Mis ganas de hacerlo feliz se hacen más presentes cuando veo que ya terminé la mezcla y ahora las pondré en el molde en forma de corazón que me compró mi papá para hornear ya que le comenté sobre eso.

Pero su voz alertando que ya llegó me pone muy nerviosa porque acabamos de ponerlo en el horno y no se puede dar cuenta de qué le estoy preparando así que le dejo encargada a Nana para que culmine.

—Llegó papi, ¿qué hago? —menciono susurrando y en pánico.

—Ve distráelo, que yo lo pongo en el horno señorita —asiento y bajo de la silla para ir corriendo y justo a tiempo lo detengo ya que venía a buscarme a la cocina.

—Princesita mía, ¿cómo estás? —me abre los brazos y le doy un abrazo de bienvenida.

—Bien papi ¿y tú?—nerviosa de que nos descubra, lo dirijo hacia las escaleras mientras tomo su mano.

—Estoy un poco cansado pero bien... ¿Pasa algo? — me pregunta notando mi nerviosismo y yo niego asustada porque no sé mentir pero lo intentaré —¿Seguro? ¿No me estás hablando mentiras, cierto? —no le respondo y sólo sé decirle.

—Quiero que esperes en tu despacho, por favor.

—Iba de camino para allá pero ¿qué tramas Ámbar? —levanta su ceja sospechando y yo comienzo a asustarme más de la cuenta.

—Nada pa, sólo hazme caso, ¿si? —el me hace caso intrigado por mi comportamiento y sube las escaleras mirándome por última vez mientras se desviste su saco azul oscuro viéndose muy apuesto.

La verdad es que mi papi es muy guapo, me río por eso.

Corro a la cocina aliviada y a la vez muerta del susto pero feliz de que podré darle la sorpresa. Luego de 10 minutos, las galletas ya están listas y la pongo en un plato llano con decoraciones florales dándomelo Martha en una bandeja para llevárselo a mi papi.

—Valla con cuidado señorita, si le pasa algo, el joven me aniquila —dice preocupada la Nana.

—No te preocupes, iré despacio —le sonrío y me voy.

Comienzo a subir las escaleras lentamente para no estropearlo y por fin llego al segundo piso dirigiéndome al despacho y al no poder abrir la puerta me toca tocar y segundos después abre mi papá quedando sorprendido y yo solamente sonrío.

—¿Y esta sorpresa tan grata? —habla papi.

—Hice galletas para ti —le alzo la bandeja para que lo mire bien.

—¿Para mí? Gracias cariño —se pone de rodillas para abrazarme y calgarme cogiendo la bandeja en sus manos.

Se sienta delante de su escritorio para luego sentarme en sus piernas y poner la bandeja en la mesa y aprueba una galleta y solo le sale...

—Um... Están muy buenas... ¿Las hiciste tú? —me dice a la vez que come.

—Me ayudó Nana Martha ya que tenía miedo de que me pasara algo y te enojaras con ella —se me escapa una risita.

—Muy bien... Estoy muy encantado. Por eso estabas así de rara cuándo llegué y era por esto —me hace cosquillas haciéndome reír.

—Si papi, perdón por mentir.

—No te preocupes por eso. Me encantan las galletas, muchas gracias princesa hermosa —me besa la frente y sonrío orgullosa.

—Lo hice con mucho amor para el amor de mi vida —papi se queda quieto y pensativo para luego mirarme.

—¿Soy el amor de tu vida?— asiento con la cabeza acompañado de un "si" —Tú también te has convertido en el amor de mi vida —me sonríe y lo abrazo mientras sigue comiendo las galletas, le gustaron mucho.

Luego de que terminara, baje a la cocina a devolver la bandeja y dejar a papi trabajando en su oficina. Cae la noche terminando mis deberes, los que me faltaban, ya que retorno mañana y me puse a cenar sola en la inmensa mesa pero papi no bajó a cenar y no lo he visto desde la tarde y ya me hace falta. Subo a su despacho y al abrir la puerta encuentro a mi papá durmiendo, con su cabeza reposando en sus brazos que descansan en la mesa. Me acerco a él mirando detenidamente el rostro de mi papá y es muy cierto que es muy guapo. Su piel es suave, tiene unas pestañas largas para ser hombre y su nariz es perfilada, al ver tanta belleza me nace darle un beso en la mejilla provocando que lo despierte y sus ojos se posan en los míos.

Narra Marcus:

Un húmedo beso se posa en mi mejilla despertando mi conciencia y hacerme abrir los ojos encontrándome con la dulce mirada de mi pequeña, me quedé dormido. Recupero la postura en la silla y me estiro alzando los brazos y acaricio el pelo de mi princesita porque sigue mirándome.

—¿Pasa algo amor? —cuestiono mirando la hora en mi muñeca y son las 8:30.

—No papi, sólo quería verte...—menciona triste y yo al pararme la cargo en mi brazos para salir de mi despacho.

—¿Ya cenaste? —Ella asiente y sonrío —¡Perfecto! —bostezo notando el cansancio que tengo.

—Papi... ¿Estás bien? —me pregunta con cara de preocupación y sólo hace que me sienta culpable por angustiarla.

—Si cariño, es sólo que he estado muy ocupado por nuevos proyectos que tengo —le doy un beso en la mejilla lento y sonoro.

—De acuerdo...—reposa su cabeza en mi hombro al mismo tiempo que entro a la cocina para beber un vaso de agua.

Al acabar de beber, siento un silencio notorio de parte de ella y me percato que se quedó dormida en mis brazos, seguro esperaba verme antes de dormir. Llego a su habitación dejándola lentamente en su cama y arropando su diminuto cuerpo con su manta para finalmente darle un beso de buenas noches, sentado comienzo a acariciar su cabello pensando que últimamente en esta semana no he podido darle el tiempo que se merece y quiero estar presente cuando ella me necesite, no quiero fallarle...

Paso a paso al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora