Confesiones

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Narra Marcus:

Llego a la correccional de mujeres de la ciudad para ver a la que si se le puede llamar "madre". Luego del atentado contra mi hija, ella fue juzgada por intento de homicidio y otras pruebas que tenía en mi poder el cual la amenace para que dejara en paz a Ámbar y a mí, acordando que se alejaría y que se olvidaría que alguna vez tuvo un hijo. Pero ella no cumplió con su palabra y por eso ahora también es culpable de lavado de dinero, evasión de impuestos y también descubrí una verdad que hizo que me sintiera más desafortunado de que me trajera al mundo alguien como esta... No sé ni con qué compararla.

Flashback:

—Quisiera hablar con ella —le digo al comisario que la tiene detenida en la sala de interrogatorio —solo unos minutos —le ruego con la mirada aceptando.

—De acuerdo — me lleva hasta allá.

—Gracias —el asiente y se retira dejándome sola con esta loca.

Me siento frente a ella rebosando de alegría por venir creyendo que es por ella. Una mesa en el medio es nuestra división, también esta esposada a la mesa y sólo la miro con desprecio y asco.

—¿Cómo pudiste hacerle eso a una niña inocente? —mi odio prevalece en un microsegundo.

—¿Inocente? Ja, no me arrepiento de nada —sonríe aumentando mi enojo.

—No tienes escrúpulos ni remedio... — le escupo con rabia pero a la vez siento lástima por ella —esa niña no tiene la culpa de nada... no entiendo porque la odias.

—La odio porque su madre le tiene encargado quedarse con tu dinero y no lo permitiré...

—¿Acaso te estás escuchando? ¡La madre de Ámbar está muerta! Estás loca...—¿yo realmente salí del cuerpo de esta mujer?

—¡Estás ciego Marcus! —desvía la mirada toda orgullosa —y lástima que esta vez fallé —ahora entra la confusión en este mar de emociones.

—¿Que quieres decir con eso? —le cuestiono buscando respuesta pero se queda callada —¡Contéstame! —golpeo la mesa con las palmas de la mano asustándola, nunca me había visto así.

—Yo... Yo fui quién atropelló a la cazafortunas que tenías a tu lado —¿a la cazafortunas? ¿De quién diablos habla? —ella no te merecía...—la miro fijo recordando a quién se refería así en el pasado cortándome el oxígeno.

—¿Tú... asesinaste a Le... a Leila? —la señalo con mi dedo indice y abro la boca estupefacto sin poder creer lo que he descubierto de su parte.

—Lo hice por protegerte...—estrujo mi rostro aún sin poderlo asimilar y me salta con elocuencias como esa.

—¿¡Protegerme de qué!? —le grito furioso caminando de lado a lado.

—Ella era una buena para nada que buscaba de tu dinero, esa gata caza hombres no te...—agarro la silla y la lanzo contra la pared haciendo un brinco en su posición del miedo por mi reacción.

—¿¡Cómo pudiste!? Eres un monstruo —le digo sin una pizca de compasión —Leila era... no merecía lo que le hiciste...—lloro de la impotencia —¿Sabes cuántos noches duré sin dormir pensando en ese día? ¡Padecí de insomnio, fui a terapia psicológica para no volverme loco, casi dejo la universidad... todo por tu culpa! —le reclamo —¿Fuiste tan lejos sólo porque no te agradaba? ¡Eres una maldita psicópata asesina! —el comisario nos interrumpe abriendo la puerta.

—Ya debe salir Señor Marcus —terminó el tiempo y que bueno porque no sé que sería capaz de hacerle por el enojo.

—Hijo, yo...

Paso a paso al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora