Parte 1.
Últimamente no la estaba pasando muy bien.
Mis días se volvían progresivamente más difíciles con la situación de Komi, además de que mi invariable persistencia a no revelarle a nadie qué ocurría con respecto a ese tema en específico, simplemente contribuía más a mi sentimiento de estar ahogándome cada vez más hondo en lo que parecía ser un vaso de agua.
Por otra parte, para añadir ingredientes a la terrible situación, últimamente me estaba dando cuenta de cosas de las que simplemente... yo no deseaba enterarme.
Una de ellas era que desde hace un tiempo había una sensación cociéndose secretamente dentro mío, y en este último tiempo de tanto estrés había reparado que tenía cada vez más una creciente (y silenciosa; por no decir secreta, incluso de mí misma) displicencia en general hacia mi carrera. Era algo que no quería ni siquiera reflexionar conmigo misma, y me recordaba a la sensación que tuve todas esas veces en que me sentía atraída a una mujer y no quise admitirlo.
La gran diferencia, es que esta vez tenía que ver con que cada día parecía disgustarme más y más lo que estudiaba, y que muy en el fondo, me encontraba bastante cómoda argumentando para mí misma que estos sentimientos de rechazo se debían a una "consecuencia temporal" a todas las situaciones ambientales que sucedían en mi vida; como Komi, los vaivenes de Tae y sus desapariciones al estar enfrascada en trabajar en sus proyectos, sentir un normal cansancio por re acostumbrarme a la presencialidad de las clases en mi vida, y la acumulación de vivencias ocurridas durante la pandemia y sus obvias secuelas en mí.
Pero sabía, muy en el fondo, que esto era como cuando tomabas un carrito defectuoso en el supermercado: por más que tratabas de llevarlo a un lado, siempre se resistía e iba para el otro.
Desde hace un tiempo que visualizaba mis sentimientos respecto a este tema de esa manera: como luchar con ese carrito de supermercado. Por más que trataba, no conseguía llevarlos a donde yo deseaba que fueran. Porque no podía elegir qué sentía y qué no, como tampoco podía realmente seleccionar cómo y cuándo sentir esto u aquello. No tenía control sobre mis emociones, y menos si se trataba de lo que me gustaba y lo que no.
Y yo mejor que nadie sabía eso. De verdad que sí.
Mi relación con Tae era una prueba irrefutable de ello.
En todo caso, era una de esas cosas en mi vida que más disfrutaba de no poder controlar: mis sentimientos por ella, mi constante deseo de ella, mi ciego disfrute cada vez que me reunía con ella.
Lo que sí me encantaba poder controlar, era nuestra comunicación, nuestras salidas, e incluso, visto desde un punto de vista muy relativo, nuestra vida sexual.
Me gustaba tener ese equilibrio entre el control y el descontrol de nuestra relación con ella. Era un equilibrio que disfrutaba en la vida como tal, y por lo general, ésta misma lo respetaba como una ley incuestionable e inquebrantable para poder simplemente funcionar.
Y entonces llegó la pandemia.
Y tiró todo por la borda.
A veces sentía que había sido una especie de desastre natural no predicho que destruyó partes de una casa que con tanto esfuerzo había construido yo sola.
Se había llevado partes lindas y feas, costosas y baratas; pero a fin de cuentas, se las había llevado.
Me las había quitado.
Y ahora, readaptándome a todo, me sentía tan cansada y extraña reconstruyendo esta casa...
Tenía materiales iguales a los de mi casa original... y distintos a su vez; pues si bien, yo construía el mismo muro de madera de mi lugar inicial, sabía y sentía que jamás sería esa madera que se llevó ese desastre tan súbito, y que por ende, nunca tendría mi muro inicial, ese que no había sido forzada a reconstruir, sino que lo había forjado bajo mi voluntad y cariño.
ESTÁS LEYENDO
Compañeras de Piso
Fanfiction«Nueva universidad, gente nueva. Quizás incluso nuevos amigos.... Tengo a mi mejor amiga de toda la vida ahí, cerca. Es más que suficiente. Nadie tiene por qué saber qué ocurrió, solo debo sobrevivir los años de la carrera y quizás el magister», era...