Las galletas navideñas de mi madre siempre habían sido una de mis cosas favoritas en el mundo, estando presentes en incontables días de diciembre siendo mis aperitivos favoritos a todas horas. Eran ideales para desayunar, para comer después de la escuela, o para ver una película todos juntos... Eran, en todo sentido de la palabra, perfectas.
Siempre que las comía me preguntaba insaciablemente si a Taeyeon le gustarían. Eran un "ícono" familiar, algo que nos unía de cierta manera, por más extraño que sonara.
No sabía cómo sentirme al darme cuenta de que últimamente mis actividades favoritas consistían en imaginar y fantasear todo el tiempo en cómo sería mi vida si la construyera junto a Taeyeon. Lo peor de todo, es que era sin siquiera estar en algo (más que una amistad) con ella.
Somos amigas, compañeras de piso, y yo ando imaginando cómo voy a decorar la granja que vamos a tener y cómo se llamarían nuestros hijos. No podía seguir así.
El 24 había llegado más rápido de lo que esperé, y no dejé de preguntarme constantemente si Taeyeon estaría disfrutando las fiestas con su familia.
El día en sí transcurrió como siempre; los hijos de Leo y Michelle corriendo por toda la casa sin parar de reír, actualizaciones de la vida adulta de mis hermanos, preguntas de cómo llevaba yo mi vida adulta, qué era de mis líos amorosos y cómo he llevado lo de Siwon, entre otras cosas.
Honestamente, no me agradó en lo absoluto mentirles en la cara a mis familiares sobre si me gustaba o no alguien, pero no pensaba confesar mi... atracción por Tae. Intenté mencionarla lo menos posible, siendo las únicas palabras para referirme a ella como mi compañera de piso, que era super agradable y era genial estar con ella; a pesar de morir por hablar sin cesar sobre ella, y con ella (aunque fuese por teléfono), todo el tiempo.
Creo que esa cena de navidad fue la primera cena de navidad en mi vida en la que no lo pasé absolutamente bien todo el tiempo. Digo, todas las cenas navideñas tienen sus cosas, pero durante la de ese año fueron demasiadas. Por primera vez, me di cuenta de la existencia de comentarios por parte de ciertos familiares... De que no eran los más atinados o respetuosos, de que podían llegar a ser ofensivos e incluso hirientes. No podía evitar estar pensando todo el tiempo si Taeyeon se hubiese sentido incómoda con tal o aquel comentario que parlaban cada cierto tiempo.
Eran las 12 y yo, después de dar y recibir una infinidad de saludos navideños entre todos los presentes en la mesa, me sentía algo perdida sobre si llamar o no a Taeyeon. Quizás ella se olvidó completamente de mí por estar pasándola bien con su familia; quizás intercambiaban regalos a esa hora. Era natural que ella se olvidara en ese contexto, pero no pude evitar sentirme algo mal. Checaba mi móvil cada cinco minutos, ansiando haber recibido algún mensaje suyo, y debatiéndome a su vez si llamarla o no. Las dudas de si realmente me había perdonado, la posibilidad de que me hubiese mentido, fueron barajadas por mi mente, haciéndome sentir un nudo en la garganta y una inseguridad rumiante en mi cabeza.
Cuando la pantalla del móvil marcó las 12:30 comprendí que ella no llamaría y que probablemente no deseaba ser llamada tampoco. Las 12:30 era la última hora de saludo por "tradición y protocolo".
Decidí tragarme toda la desilusión y dejar mi celular en la cocina, ir a comer el rico postre que mamá había hecho junto al resto de la familia, y disfrutar de mi Navidad.
Me encontraba charlando animadamente con Krys, mi prima, disfrutando del exquisito postre que mi mamá nos había preparado a todos, cuando Billy, el hijo menor de Leo, que no tenía más de tres años, me tendió mi celular balbuceando que alguien estaba llamándome. Le agradecí cuando me lo dio, antes de que él desapareciera otra vez. Cuando leí el nombre del remitente, mi corazón dio un vuelco. El nombre "Taeyeon", junto con un corazón azul produjo el aumento inmediato de mi pulso.
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Compañeras de Piso
Fanfiction«Nueva universidad, gente nueva. Quizás incluso nuevos amigos.... Tengo a mi mejor amiga de toda la vida ahí, cerca. Es más que suficiente. Nadie tiene por qué saber qué ocurrió, solo debo sobrevivir los años de la carrera y quizás el magister», era...