La pelea con Taeyeon me estaba afectando más de lo que había proyectado en todos los aspectos posibles.
Si bien, tenía relativamente previsto que por la parte sentimental me iba a pesar, debo admitir que no imaginé que llegaría a TANTO. He llegado a quedar impresionada por la magnitud del dolor que Taeyeon y su abierto enojo hacia mí (incluyendo su gama de insultos) han provocado, del poder que tiene sobre mis sentimientos.
Sólo el hecho de saber que provoqué tal aflicción en ella ya me pone mal, porque, aunque mis acciones puedan haber demostrado lo contrario, no hay nada que sea más insoportable para mí que saber que le provoqué tristeza o dolor a alguien; y cuando empiezo a pensar en las consecuencias que ambas emociones (que yo provoqué en Taeyeon), podrían eventualmente traer para ella o para mí, me pongo de lo peor. No dejo de preguntarme insaciablemente si dejará de hablarme por siempre y construirá cientos de muros y fortalezas alrededor de su corazón para asegurarse de nunca más abrirse a mí, siquiera considerar la posibilidad. Me sobrecoge un poco el haber descubierto lo mucho que esa idea me aterra, de que me saque totalmente de sus sentimientos, o, pensando lo peor, su vida.
Tampoco pensé que mis dolencias llegarían a un nivel físico, que, si quiero ser franca conmigo misma, es otra cosa que me sobrecoge un poco. No sé cómo sentirme al respecto, de que ella me provoque dolores físicos a consecuencia de enormes pesadumbres emocionales, también por ella. Sólo por ella, por la idea de que me aparte de su vida, de ser consciente del daño que le hice.
Durante la noche anterior, mientras lloraba y rememoraba las barbaridades que me había dicho, no dejaba de preguntarme por qué me dolía tanto el pecho. Por qué me dolía todo tanto, por qué sentía como si cada pedazo de mi corazón ardiera; trayéndome un dolor verdaderamente físico. Ponerme mal con tan sólo evocar su recuerdo y pensar en ello... ¿Así es como se siente realmente tener el corazón roto? Porque siento que anoche se partió en dos, por más cursi y desagradable que suene.
Al día siguiente desperté con la sensación de que un camión me había atropellado. No sentía ganas de hacer absolutamente nada, pero sabía que debía seguir con mi vida, que tenía un millón de cosas qué hacer y responsabilidades que no podía dejar de lado por la incesante dolencia de mi corazón, así que con la pesadumbre inundando mi alma y el deseo de no toparme con Taeyeon, salí de mi habitación a ducharme y desayunar.
Podría asegurar que ese fue el día en que más odié ser adulta.
Durante el primer día de nuestra pelea, no sé qué clase de embrujo de magia negra hizo Taeyeon para arreglárselas y conseguir que no nos viésemos ni topásemos ni una sola vez en todo el día; cosa que llevé francamente mal. No había otra palabra para describirlo. Intentaba pensar en cualquier otra cosa, y agradecí constantemente mi ocupado día para mantenerme distraída de la pequeña rubia y las lágrimas que tenía el potencial de desbocar en mí.
Y aún así su expresión y sus palabras se colaban entre mis pensamientos, atormentándose profundamente.
Al segundo día, la rutina se repitió, Taeyeon hizo magia para no verme ni pintada. Por un momento, la posibilidad de que ella comenzase a hacer eso todos los días como parte de una nueva rutina diaria, adaptada drásticamente a su odio hacia mí, atravesó mi mente, dándome un feo apretón en el pecho y una nueva preocupación.
El tercer día, cuando no la vi durante la mañana, comencé a preocuparme.
Esa preocupación se disipó parcialmente cuando ella salió de su habitación, totalmente lista y vestida.
—Tiffany —saludó de manera fría, mas no antipática—. Dejé agua hirviendo por si querías té o café. —Hizo una pausa, sin nisiquiera mirarme, avanzando en dirección a la puerta de entrada—. Hace frío, después de todo —declaró, antes de abrirla, para desaparecer durante el resto del día.
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Compañeras de Piso
Fanfikce«Nueva universidad, gente nueva. Quizás incluso nuevos amigos.... Tengo a mi mejor amiga de toda la vida ahí, cerca. Es más que suficiente. Nadie tiene por qué saber qué ocurrió, solo debo sobrevivir los años de la carrera y quizás el magister», era...