Letters • kookmin au

• 04 •

— Tienes que estarme jodiendo. — renegó el pelinegro mientras se limpiaba la mano contra su sueter blanco, dejando una mancha de café en él. — Namjoon, te voy a matar. — refunfuñó.

Miró la hora en su reloj, notando que ya no había forma de que llegue a tiempo a su clase de Antropología. Suspiró con resignación y se agachó para juntar las cosas que había echado con anterioridad.

— Hoy me levanté con el pie izquierdo. — iba diciendo en voz baja mientras se acercaba al basurero para arrojar el vaso descartable.

Abrió la separación el basurero distraídamente y estuvo a punto de cerrarlo cuando algo captó su atención. Una pila de cartas se encontraba de forma desordenada dentro del contenedor, todas se veían en perfecto estado.

— ¿Y esto...? — murmuró antes de tomar una de ellas para leer el reverso.

"Jeon Jungkook" estaba escrito.

— ¿Qué carajos?

Con rapidez bajó su mochila y los demás cuadernos que llevaba en sus brazos, volvió a abrir el contenedor y comenzó a recoger las cartas una por una, absolutamente todas tenían su nombre en ellas.

Observó al rededor para saber si había alguien merodeando por el lugar, al encontrar todo vacío aprovechó para abrir su mochila y comenzar a meter todas las cartas en ella. Al terminar cerró todo y tomó sus cosas para luego comenzar a alejarse del lugar, disimulando que no acaba de tomar cosas de un basurero.

Considerando su clase totalmente perdida, decidió dirigirse al patio trasero, casi nadie visitaba ese lugar, cosa que él aprovechaba para estudiar y leer debajo de un gran árbol, era su lugar sagrado.

Llegó y dejó su mochila recostada por el ancho tronco, se quitó su sueter antes de sentarse, disponiéndose a leer una de las cartas que había encontrado.

Sacó varias y comenzó a revisarlas con curiosidad, muchas de ellas estaban marcadas con una luna, lo cual le pareció llamativo.

Se preguntó a sí mismo si estaba bien que las lea, después de todo la persona que las escribió no se las entregó, así que no tenía porqué leerlas, por otro lado sabía que no podría vivir con la intriga de saber qué contenían esas cartas.

— Mi nombre está en ellas, estoy en mi derecho de saber porqué. — habló consigo mismo intentando convencerse de que no estaba haciendo nada malo. — Al diablo.

Tomó la primera que llamó su atención, la depositó encima de su suéter blanco para poder tomarle una foto.

"Una carta de todas las cosas que no puedo decir"