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— Kim, escucha, lo que necesito que hagas es simple. — susurró el pelinegro mientras de su cartera sacaba un sobre que captó inmediatamente la atención del contrario. — Tienes que meter esta carta en la mochila de Jimin, no dejes que se de cuenta.

— Escucha, yo entendí tu plan y todo eso, pero sigo pensando que sería más fácil si simplemente le confiesas lo que sientes. — comentó tomando delicadamente la carta para guardarla dentro de un libro.

— ¿Y eso qué tiene de especial? — el pelinegro sonrió de lado.

Kim sonrió y asintió, ambos se despidieron después de unas últimas palabras y cada uno emprendió un camino diferente.

El pelinegro había pasado toda la noche anterior pensando en las palabras adecuadas para escribir en la primera carta. Le costó bastante, había terminado arrugando las hojas al menos unas tres veces antes de estar un poco más convencido de lo que decía.

No quería que el rubio se sintiera presionado o cualquier otro sentimiento negativo, simplemente quería demostrarle que él podía ser aquel chico al que el menor había dedicado tantos escritos.

Él podía ser incluso mejor, porque el chico descrito en las cartas nunca miró al escritor. Sin embargo esta vez era diferente, era todo lo contrario. El escritor era la única persona a la que podía mirar aquel joven pelinegro, amable y tatuado.

Sí, él podía darle un nuevo significado a las cartas.

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La suave melodía del piano inundaba sus oídos mientras caminaba cabizbajo hasta su lugar favorito en la universidad. Aunque no pudiera verse con cierto pelinegro alto, decidió pasar el día ahí, estaba demasiado acostumbrado a esa rutina que no quería cambiarla, incluso cuando el mayor no estaba incluido en ella.

Con sus auriculares puestos se sentó directamente en el pasto, no había llevado un mantel ese día, pero en esos momentos realmente no le importaba, incluso aunque el pasto estaba algo húmedo debido al día frío y el sereno que había durante las noches.


"Valentine" de Laufey comenzó a reproducirse, causando que un tarareo bajito comenzara a escapar de sus labios al mismo tiempo que abría su mochila para buscar algo que leer. Tomó uno de los libros que estaba leyendo en ese momento para abrirlo en la última página que leyó, pero en vez de encontrar su separador habitual, se encontró con una carta que no recordaba haber dejado ahí.

«¿Será una de las cartas que había escrito para Jungkook?» se preguntó a sí mismo sin saber cómo había llegado hasta ese lugar.

La tomó con suavidad, notando que no parecía ser una de las cartas que escribía él. La giró para ver en el reverso la única palabra escrita.

"Lunita"

Una pequeña «o» se formó en sus labios, sintió una pequeña emoción crecer en su pecho al reconocer ese apodo, por lo que con entusiasmo abrió el sobre buscando ser cuidadoso, lo último que quería era terminar rompiendo el papel.

Una sonrisa ilusionada nació en su rostro al leer las que serían las primeras palabras dedicadas a él.

"Querido Jimin..."

Letters • kookmin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora