• 54 •

2.4K 264 6
                                    


Era la tercera copa de vino que se estaba sirviendo el rubio, decir que la noche estaba siendo maravillosa era quedarse corto. Jungkook no había parado de hacerlo reír con bromas tontas, también le contó acerca de su familia y amigos, mencionando que quería que los conozca más adelante.

Él también aportó un poco comentando acerca de su vida, eran simplemente dos jóvenes conociéndose un poco más. A los ojos de los demás clientes lucían como una pareja bastante tierna, muchos sonreían al verlos charlar con tanto entusiasmo.

— Creo que es suficiente para mí. — negó cuando el pelinegro le ofreció otra copa. — No quiero embriagarme hoy.

— Tienes razón, yo tampoco quiero, por suerte tengo buena resistencia al alcohol. — sonrió con sorna. — ¿Qué te pareció la comida? Este lugar es bastante agradable.

— Oh, ha estado deliciosa. — asintió con euforia. — Debemos venir nuevamente antes de marcharnos, la comida es de otro mundo.

— Me alegra que lo hayas disfrutado. — el pelinegro sonrió con sus ojitos brillando en adoración.

El menor quiso pagar por su consumo, pero Jungkook se negó diciendo que todo estaba cubierto, algo que no dejó muy contento a Jimin. Él también quería colaborar, pero desde que llegaron el tatuado no le había dejado pagar nada.

En ese momento ya se encontraban caminando lentamente en la orilla del mar, la noche estaba fresca sin llegar a ser demasiado fría. Fueron dos horas las que estuvieron en el restaurante antes de salir de ahí, no sin antes agradecer a los ancianos que los habían atendido, eran sumamente gentiles, el rubio se vio a sí mismo de viejo, teniendo tal vez un negocio familiar con su pareja.

Aquello lograba sacar una gran sonrisa en él, el hecho de que ahora visualizaba a Jungkook como su pareja. Le hacía recordar a los días en los que imaginaba ese escenario que se veía totalmente imposible y fantasioso, pero en ese preciso momento, mientras escuchaba la melodiosa voz del chico cantándole una canción mientras se balanceaban en un suave baile, las cosas ya no se veían imposibles.

Ahí lo tenía, en frente suyo, cantando para él. Ya no tenía por qué imaginar, estaba sucediendo.

Sintió las suaves yemas de los dedos del pelinegro apartar algunos mechones de su rostro, para seguidamente acariciar su mejilla sin dejar de mirarlo fijamente. Ambos tenían sus miradas totalmente concentradas en el contrario, ninguno notó el momento en el que Jungkook dejó de cantar y todo lo que se podía oír eran las olas al romperse acompañadas por el sonido acelerado de sus corazones al latir.

No podían decir si lo que escuchaban era sus propios corazones o el del contrario, estaban demasiado perdidos en los ojos del otro. Estuvieron a centímetros de unir sus labios cuando el mayor pareció reaccionar.

Él tenía un plan, y lo estaba olvidando.

— Jimin... — susurró alejándose un poco.

— ¿Hmm? — preguntó el bajito un poco confundido por la repentina separación.

— Hay algunas cosas que quiero decirte antes de seguir. — suspiró. — Sé que ya te dije casi todo a través de las cartas que te escribí. — ambos se sonrojaron al recordar dichas cartas. — Pero aún quiero decírtelas aquí, ahora... — tomó una leve respiración antes de seguir. — No me arrepiento de nada de lo que pasó entre nosotros, pues sin esos hechos no estaríamos aquí ahora. Si hay una sola cosa de la que puedo arrepentirme es de no haberte visto antes. Lamento no haberme dado cuenta del hermoso ser que tenía frente a mí. —

La luz de la luna se reflejaba en sus ojos, haciéndolos ver aún mas brillantes.

» Pero no quiero seguir estancado en lo que pude haber hecho, solo quiero concentrarme en lo que haré a partir de ahora. — Jimin lo miró expectante. — Y lo que pienso hacer es encargarme de que seas feliz conmigo, porque no hay nada que quiera más que pasar mis días asegurándome de que me amas tanto como yo a ti. — pequeñas lágrimas comenzaron a escapar de los ojitos del menor. — Por eso necesito preguntarte, ¿aceptarías ser novio de este tonto, pero enamorado chico?

Un pequeño jadeo escapó de los labios del menor mientras asentía con entusiasmo, sintiéndose incapaz de emitir una sola palabra. Sus brazos se envolvieron al rededor del cuello del pelinegro, atrayéndolo para unir sus labios en un necesitado y emotivo beso, el cual duró unos segundos antes de que ambos se separaran en busca de aire.

— Cla-claro que acepto, K-kook. — sollozó feliz.

El pelinegro volvió a sonreír entre lágrimas, tomando el pequeño cuerpo del menor para abrazarlo y besarlo nuevamente.

Frente al mar, debajo de aquella brillante luna comenzaron la más hermosa historia que alguien podría crear.

Ambos estaban en donde pertenecían.

 Ambos estaban en donde pertenecían

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Letters • kookmin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora