Cansado de sus sentimientos reprimidos, Jimin decidió arrojar todas las cartas que había escrito para el chico que le gustaba.
Lo que le sorprendió al día siguiente fue encontrarse con la noticia de que Jungkook lo estaba buscando.
- Estas cartas...
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" — Estar así contigo... se siente como un sueño, ¿sabes? Es un sueño del que no quiero despertar nunca."
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•••
Jimin se acomodó entre los brazos de su novio mientras lo escuchaba hablar, sonrió ante un pensamiento que llegó a su cabeza.
-Novio-
Pensar en Jungkook como su novio hacía que miles de sensaciones lo invadan, se sentía irreal, como si estuviera flotando en una nube que en cualquier momento podría desaparecer, y temía que la caída fuera demasiado dolorosa. Pero al sentir las caricias brindadas por ese chico, al oír su suave voz llamarlo por apodos cariñosos y al verlo sonreír tan hermosamente sabía que no había nada de qué temer.
— Amor, ¿me estás escuchando? — la voz del pelinegro lo devolvió a la realidad.
Un suave tarareo abandonó su garganta dando una respuesta negativa. — Lo siento, estaba pensando. — se disculpó viendo cómo Jungkook jugaba con sus manos entrelazadas.
— ¿Qué pasa por tu cabecita? — le preguntó apretándolo más contra sí mismo.
— Estar así contigo... se siente como un sueño, ¿sabes? Es un sueño del que no quiero despertar nunca. — el rubio se acomodó mejor para poder mirar al mayor a los ojos. — A veces... a veces tengo miedo de que todo termine de pronto. — confesó.
Jungkook lo miró de forma compresiva para después asentir, entendía el sentimiento. Cuando pasas demasiado tiempo estando mal y las cosas comienzan a ir bien, tienes esa sensación de que lo bueno terminará, porque te acostumbras tanto a lo malo que lo bueno resulta extraño e inusual.
Era inusual para Jimin ser correspondido, y una parte de él aún estaba insegura. Como estudiante de psicología lo comprendía y no lo juzgaba, así que simplemente asintió para luego depositar un suave beso en la frente del menor.
— Te prometo que todo estará bien, ¿sí? Solo confía en mí... y confía en en ti, amor. — sonrió dulcemente. — Yo confío en nuestro amor y necesito que tú también lo hagas.
El rubio asintió sintiendo ganas de llorar. — Yo confío, Kook, solo son miedos absurdos. — negó.
— No son absurdos, tienes tus motivos y yo los entiendo. Pero lo superarás y yo estaré contigo en todo momento. — prometió. — Ahora vamos a desayunar y salgamos a disfrutar el día, solo nos quedan unos días más, y quiero aprovecharlos al máximo. — sonrió levantándose de la cama.
El rubio se retiró sus lágrimas y sonrió yendo tras su novio.
