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 Jungkook no podía creer lo que estaba viendo

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Jungkook no podía creer lo que estaba viendo.

  El rubio reía alegremente mientras saltaba y bailaba al ritmo de la música, incitándolo a hacer lo mismo con él.

No, Jimin no creía estar del todo ebrio, solo se sentía mucho más ligero y con menos vergüenza. Además, ver la forma en la que el pelinegro lo seguía con la mirada y sonreía era más que suficiente para no querer detenerse.

— ¡No te quedes ahí, bailemos! — gritó intentando hacerse escuchar.

La mayoría de las personas en ese lugar ya estaban fuera de sí mismas, los cuerpos chocaban entre ellos, algunos más sudorosos que otros, era inevitable tropezarse de vez en cuando. Pero nada de eso era importante para Jimin, él la estaba pasando demasiado bien teniendo la completa atención de ese atractivo pelinegro.

Claro que notó como más de una vez se le acercaban intentando invitarlo a bailar, le molestaba más cuando el pelinegro lucía demasiado amable al rechazar las invitaciones.

En ese momento quería que Jungkook lo mirara solo a él, solo a él y nadie más.

No sabía que lo estaba logrando, y mucho más que eso. El tatuado sentía que no podía hacer nada más que perderse en esas tentadoras caderas moviéndose al ritmo de la música.

Más de una vez tuvo que tomar aire lentamente intentando que cierto amiguito no hiciera de las suyas ahí abajo, pero cada vez se le estaba haciendo más difícil.

No podía controlarse si tenía al rubio frotándose contra él, "invitándolo" a bailar.

Con una lenta respiración decidió subir sus manos para dejarlas en la cadera del chico y así detener sus movimientos, este se giró a verlo sorprendido y confundido.

— Jimin, creo que estás muy ebrio... — quiso razonar.

— ¡No lo estoy! ¡Solo estoy intentando pasarla bien! — ciertamente el chico hablaba demasiado bien como para ser una persona bajo los efectos del alcohol.

— Igualmente... no hagas nada de lo que te puedas arrepentir. — pidió frustrado.

Tenía tantas ganas de tomar el cuerpo ajeno y manejarlo a su antojo, estaba utilizando toda su fuerza de voluntad para no hacerlo.

— No hago nada que no quiera hacer, que esté un poco tomado solo me anima a llevarlo a cabo. — confesó con una sonrisa descarada y el pelinegro gruñó.

Letters • kookmin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora