Cansado de sus sentimientos reprimidos, Jimin decidió arrojar todas las cartas que había escrito para el chico que le gustaba.
Lo que le sorprendió al día siguiente fue encontrarse con la noticia de que Jungkook lo estaba buscando.
- Estas cartas...
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Suspiró disimuladamente mientras guardaba su celular para poder prestar atención al rubio que se encontraba en silencio al lado suyo.
Al principio se había alegrado bastante porque Jungkook se había tomado la molestia de buscarlo en su clase, pero luego no supo cómo sentirse al notar la distancia entre ambos, pues desde que salieron del salón el pelinegro se limitó a estar con su celular.
Jugó con sus manos mientras miraba sus pies al caminar, por alguna razón sentía su pecho doler un poco al sentir indiferencia de parte de Jungkook, y eso lo asustaba al notar que en el fondo no quería alejarse de él, sin importar si debía conformarse con su amistad.
— Jimin... — habló finalmente el chico, llamando inmediatamente su atención. — Perdón, estaba hablando con alguien sobre algo importante. — mintió, estaba escribiendo tweets sobre el castaño. — Uhm, ¿te gustaría contarme tu día? — preguntó mientras se acercaban al lugar habitual.
— No he hecho mucho realmente, estuve algo distraído. — mencionó de forma sincera.
— ¿Distraído? ¿Qué te distrajo?
Tú. Pensó el rubio.
Sintió sus mejillas calentarse por primera vez en el día, y apenas llevaban unos minutos juntos.
— Oh, nada en particular, solo ando algo... flojo quizás. — sonrió sin saber qué decir.
— Hmm, tengo algo que te puede ayudar. — rió suavemente mientras se adelantaba al rubio y comenzaba a caminar de espaldas, sacando una risita al chico. — Adivina qué tengo aquí. — habló sacudiendo ligeramente el plástico en el que llevaba sus brownies.
— Hmm, ¿algo con azúcar?
— Sé más específico. — se burló.
— ¿Media lunas? — el pelinegro negó con su cabeza. — ¿Tartas? ¿Galletas? — preguntó viendo como no acertaba ninguna vez — Ya dime. — lo regañó mientras un pequeño y tierno puchero nacía en sus labios.
— Te preparé brownies. — sonrió abriendo el embase.
Ambos se detuvieron frente al lugar en ese momento. Jimin sonrió dando saltitos cuando vio la sorpresa del pelinegro.
— ¡Me encantan los brownies!
— Creo que entonces gané. — presumió.
— Aún no los probé, eh. Tienes que sorprenderme con el sabor.
Jungkook sonrió asintiendo. Ambos se sentaron sobre el mantel que el tatuado extendió sobre el pasto, tal cual lo había hecho el rubio la vez anterior.
— Aquí tienes, jurado. — ofreció pasándole un pedazo de brownie al rubio.
En el momento en el que el dulce tocó las papilas gustativas del chico, este soltó un pequeño gemido de felicidad, el sabor era espectacular, en el punto perfecto, ni muy dulce o amargo por el chocolate, era simplemente perfecto.
— ¿Decías? — se mofó el pelinegro, recibiendo un leve golpe de parte del chico.
— Está delicioso, Kook, me encanta. — halagó y el pelinegro hizo una leve reverencia en forma de agradecimiento, haciendo reír a ambos. — ¿Qué hubieras hecho si no me gustaba? — preguntó interesado.
Jungkook sonrió.
— Supongo que eso es algo que averiguaremos la próxima vez.