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El agua tibia resbalaba por todo su cuerpo mientras el rubio hacía un esfuerzo descomunal por sacarse toda la arena que se había acumulado en su pelo.

Llevaban a penas dos días en la playa, pero ya estaba considerando que habían sido los mejores días de su vida. Jungkook le había enseñado a nadar, además la noche anterior estuvieron haciendo una pequeña fogata mientras el mayor contaba historias de terror intentando asustar a Jimin, consiguiendo todo lo contrario cuando este reía fuertemente al escuchar el intento de suspenso del pelinegro, le recordaba a los vídeos que solía ver en YouTube al tener tiempo libre.

Ya era miércoles, y él se encontraba bañándose porque el pelinegro le informó que tendrían su primera cita oficial. Fue bastante tierna la forma en la que las mejillas del mayor habían adquirido un tono rojizo al hacer la propuesta, la cual él estuvo más que encantando de aceptar.

Cerca de la cabaña en donde se hospedaban había un restaurante de un par de ancianos, ambos llevaban mucho tiempo casados, era una pareja adorable. Jungkook se encargó de hacer las reservaciones porque en la noche el lugar solía llenarse de gente. Tan solo pensar en la idea de tener una cena romántica juntos hacía que el rubio chille de emoción.

Terminó de enjuagar su cuerpo para salir y envolverse en una toalla blanca, avanzando a la habitación que estaba compartiendo con Jungkook.

Oh, otro hecho importante que mencionar.

Habían estado durmiendo juntos, la primera noche ambos tuvieron problemas para conciliar el sueño, estaban demasiado emocionados por tener el cuerpo del contrario pegado al de ellos mismos. Sí, habían dormido bastante abrazados.

Sin quitar la sonrisa de su rostro comenzó a buscar las prendas que utilizaría para la cena, cuando un listón en específico llamó su atención.

Sintió un calorcito subir a su rostro cuando sacó la prenda de la maleta, dejando ver esa sexy lencería que había comprado hace unos días. Sintió tanta vergüenza que no se animó a verse a sí mismo en el espejo al ponérsela, por lo que realmente no sabía si decir que lucía bien.

El color negro en el conjunto hacía resaltar aún más su palida piel, especialmente sus gruesos muslos que se mantenían apresados en esas pequeñas bragas. No pudo seguir mirándose porque sabía que la vergüenza ganaría y terminaría quitándosela de nuevo, por lo que con prisa vistió el resto de la ropa que había elegido para esa noche.

Al terminar tomó su secador de pelo para secarlo y así evitar coger algún resfriado, seguidamente se maquilló levemente, solo dando un poco de color a sus ojos y brillo a su labio. No necesitaba usar rubor, pues sus mejillas se mantenían encendidas la mayor parte del tiempo, no quería parecer un tomatito ambulante.

Guardó todo después de echarse un poco de perfume y salió en busca de su pelinegro. La cabaña era bonita, contaba con una sala, una cocina y dos habitaciones, pero en realidad solo estaban ocupando una. Al ingresar a la sala se encontró con Jungkook sentado en el sofá mientras veía concentrado la televisión, tuvo que soltar un leve carraspeo para llamar su atención.

El mayor no tardó en dirigir su mirada a él al escucharlo, inmediatamente sus grandes ojitos de bambi se abrieron sorprendidos al verlo.

— Oh, Jimin, luces... — tragó saliva ruidosamente sin saber qué adjetivo utilizar. — Luces genial, te ves hermoso.

Una pequeña sonrisa tímida se asomó en los labios del menor al escucharlo. — Tú también te ves bien, Kook. — respondió sin dejar de sonreír, viendo como el más alto se levantaba de su lugar para acercarse a él.

— ¿Estás listo para irnos? — preguntó guiando sus cálidas manos al rostro ajeno, acunando sus mejillas gorditas entre sus palmas.

— Uhum. — asintió.

— Bien... — el pelinegro se agachó para dejar un tierno beso sobre esos pomposos labios, bajando una mano para entrelazarla con la contraria. — Vamos. — sonrió.

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Letters • kookmin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora