Cansado de sus sentimientos reprimidos, Jimin decidió arrojar todas las cartas que había escrito para el chico que le gustaba.
Lo que le sorprendió al día siguiente fue encontrarse con la noticia de que Jungkook lo estaba buscando.
- Estas cartas...
El pelinegro acomodó su espalda contra la pared, mientras podía escuchar la dulce voz de Jimin parloteando acerca de distintas cosas que no lograba comprender del todo, pero aún así adoraba escuchar el entusiasmo con el que hablaba el chico.
— El final no me gustó, por eso lo dejé de ver cuatro capítulos antes, pues ya sabía lo que iba a pasar. — lo oyó divagar. — Creo que algún día podría hacer que lo veas conmigo.
— Eso sería genial. — susurró sonriendo también.
Un bostezo se escuchó al otro lado de la línea, seguido del ruido de la cama y las frazadas al rozarse.
— Cuéntame algo tú, ¿de qué eres fan?
— Hmm... — pensó brevemente en las cosas que le gustaban, dándose cuenta de que realmente no tenía muchos gustos debido a que dedicaba todo su tiempo a los estudios. — Solo soy fan del UCM, no tengo mucho de que hablar siendo honesto. — rió apenado.
— ¿UCM? No lo conozco, ¿te gustaría hablarme de ello?
— Oh, es el universo cinematográfico de Marvel. — mencionó emocionado, pudo oír al rubio tararear en señal de que siga hablando. — Soy fan especialmente de...
Una vez que el pelinegro comenzó a soltarse ya no pudo parar, de vez en cuando el rubio soltaba pequeños comentarios opinando o simplemente se limitaba a escuchar las explicaciones del chico.
Pasaron aproximadamente tres horas charlando sin darse cuenta, las manecillas del reloj marcaban las cinco de la madrugada y las risas de los chicos seguían retumbando en sus habitaciones.
Jungkook nunca se había sentido tan vivo.
— Lloré bastante la muerte de Tony, él fue mi avenger favorito. — murmuró jugando con sus pantalones. — ¿Jimin? — llamó al chico cuando comenzó a oír un leve suspiro acompañado de algo parecido a un gruñido bajito.
Acercó más el parlante a su oído para prestar atención cuando se percató de que se trataba de un ligero ronquido que logró sacarle una sonrisa.
— ¿Sigues ahí? Creo que te has quedado dormido. — susurró, hablando más consigo mismo puesto a que sabía que el bajito no lo estaba escuchando. — Te dejaré dormir. Buenas noches, lunita. — murmuró antes de cortar la llamada.
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