12- Ese viejo amigo

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Estábamos en la escuela desayunando sandwiches. Eran las diez de la mañana, y a mi consideración es muy temprano para estar aquí, pero insistieron en que ese tal amigo estaría en Hawkins desde temprano y mientras más tiempo pasáramos con él su primer día sería mejor.

-¿Y Once?- preguntó Lucas dándole un sorbo a su café.

-Con Max- dije.

Hay un pequeño detalle que me parece que olvidé contar.

Después de lo que pasó con Vecna luchamos por mantenerla viva. Ella puso de su parte y finalmente despertó. Claro que sus huesos siguen el recuperación por lo que ella no puede salir a menos que sea en silla de ruedas- pero si la sacamos de esa forma se enoja con nosotros porque dice que la hacemos sentir inútil -. Además está siendo operada de los ojos. Hace dos días fue su última operación hasta ahora (lamento no haberlo contado antes). Ce está con ella porque Max pidió verla. Cuando llamaron por teléfono a la casa dijeron que es porque necesita a una amiga ahora. Para su suerte, Jane es muy buena subiendo los ánimos.

-¿Qué mierda?- contestó -. A mí ni siquiera me dejan llamarla y Ce puede estar con ella. Perfecto, en verdad su mamá me odia.

-¿Y quién no lo haría, Sinclair?- dijo Gareth.

-Siendo tan fastidioso no creo que le agrades tanto- complementó Erica, quién sorpresivamente hasta ese momento no había hablado.

Lucas le lanzó el pedazo restante de su sandwich a Gareth y miró a su hermana con unos ojos asesinos.

Escuchamos que un auto llegó. Decidimos asomarnos a la ventana y vimos que era Steve, Robin y Nancy. Veo que al final Jonathan decidió no venir. Pero así está bien. Tal vez tenga tiempo de preguntarle a Mike sobre la nota tan específica que apareció anoche en un sobre frente a mi puerta.

Nance y Robin iban caminando algo friolentas, pero Steve en cambio corrió hasta llegar donde nosotros.
-No llegué tarde, ¿cierto?- preguntó agitado.

-Es bastante temprano diría yo- contestó Dustin.

-Gracias a Dios.

Los tres se sentaron con nosotros. Era una especie de Picnic a interiores que hubiera estado mucho mejor si trajera mis cobijas para seguir durmiendo.

Admiramos la obra de arte que hicimos en el lugar cuando vinimos a arreglar todo.

La plática fue bastante amena. Hablaron de sus recuerdos con él, y sorpresivamente no me sentí celoso de alguna manera. Los escuchaba y se nota que es todo un rebelde. Quiero creer que a él le imitan de cierta forma los gustos musicales.

Entre tanta plática de escuchó ahora una camioneta. Yo la reconocía. Es el auto de un tipo que casi siempre iba a la tienda donde trabajaba mamá y si Jonathan y yo estábamos con ella, él jugaba con nosotros aunque sea solo cinco minutos. A veces iba con él un niño de una edad similar a la de mi hermano. Me parece que era su sobrino.

¿Cómo se llamaba el hombre?

Tocaron la puerta y cuando Robin fue a abrirla la memoria se me refrescó.

El hombre era Wayne, su sobrino se llama Edward. Eddie.

Wayne y Eddie Munson.

Dustin fue el primero en salir corriendo a abrazarlo. Le repitió un sinfín de veces que lo extrañó. Por lo que entendí, estuvo unos tres años fuera del pueblo. Su única comunicación eran llamadas telefónicas y postales.

Steve se acercó y de igual forma lo saludó.

-Un gusto verte, Munson.

-Lo mismo digo, Harrington.

Trazando Constelaciones (Byler)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora