16- Luna (2)

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-Te toca- me dijo, con un trozo de chocolate en la mano y a punto de darle un mordisco.

-Una vez tiré sin querer el cepillo de dientes de Jonathan al excusado, lo saqué y lo puse en su lugar. Hasta el día de hoy él no lo sabe. Lo usó como un mes más después de eso, no tuve el valor de decírselo y solo me reía cuando lo tomaba- le dije entre risas.

-Eres un diablo, Will Byers, digo, para ser tan ñoño- me contestó entregándome un trozo de ese mismo chocolate.

-¿Me llamas ñoño a mí, señorito "puro diez"?

Torció la boca y guardó el dulce dramatizando su indignación.

-Acabas de ofenderte, Byers- contestó dándome la espalda pero sin ponerse serio.

-¿Ahora soy Byers?, ¿Ya no soy Will? Perfecto, iré con Dustin o Lucas... ¡Con Eddie!, iré con él, me respeta, WHEELER.

Me abrazó por la espalda forcejeando para hacer que mi café cayera al suelo.

-¡MIKE!- reí mientras sostenía mi bebida por lo alto para evitar lo inevitable (a final de cuentas es más alto que yo).

Mi vaso cayó sobre mis pies y antes de soltar una carcajada me miró y yo lo veía a él con una mirada asesina. Se rió. Me reí con él.

-Eres un idiota- le dije mientras sacudía mis manos intentando quitarme el líquido de ellas.

Sacó un billete de su bolsillo y me lo entregó.

-No, gracias, de todas formas era muy poco refresco, casi me lo acababa- contesté buscando un bote de basura. Se puso serio e insistió en que tomara el dinero -. Ya dije que no, gracias- le di una mirada firme y después mordí un trozo del chocolate que aún tenía en su mano.

-Eso es injusto- dijo riéndose y mirando con lástima el dulce que ahora estaba mordido desordenadamente y no cuadrito por cuadrito como a él le gusta.

-Ya, ya, sigamos. Dime un secreto- contesté como intentando evadir el tema.

Tomó una expresión pensativa y dudosa, parecía que había encontrado el secreto perfecto pero no sabía si contarlo.

-Una vez Jonathan fue a la casa a dejar a Nancy, cuando se fué papá se puso furioso porque tardó cinco minutos más de lo acordado y de inmediato le gritó a mi hermana que no tenía permitido salir con él hasta que le explique por qué tardaron tanto tiempo en llegar. Creyó que se habían fugado para hacer... Ya sabes. Después... Después le dijo que si era tan... Zorra...- se quedó callado.

-Oye, no necesitas terminar esto. Si no estás cómodo diciéndome lo que pasó está bien- le tomé el brazo.

-No, es que ahora que lo pienso eres la primera persona que no es de mi familia que lo sabe- suspiró como nunca lo había hecho. Era horrible entender una parte de él que, a pesar de tantos años de ser amigos, no conocía -. Le dijo que si sigue siendo tan zorra no conseguirá un plan de vida. Le dijo que "ningún hombre va a querer a una mujer que ya está estrenada". Y esa noche Nancy, Holly y yo tuvimos que dormir en el mismo cuarto con seguro en la puerta porque a mamá se le ocurrió defender a Nance.

Lo abracé. No quiero que sienta que no tiene a nadie y que busque una salida en cosas horribles como lo fue su cigarro, o peor, en la muerte.

Me correspondió el abrazo. Estuvimos así por más o menos cinco minutos.

-No te quiero soltar- me susurró.

-No lo hagas, yo no lo haré.

-No te soltaría por nada del mundo.

Trazando Constelaciones (Byler)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora