5- Arcade

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Sigo sentado frente al escritorio. Son aproximadamente las nueve de la mañana, he hecho varios garabatos para ver si sale la inspiración. Estoy dibujando bocetos muy sencillos de personajes de calabozos y dragones.

De pronto me viene el recuerdo de que mi traje de Will el sabio aún lo tengo. Camino hacia mi armario, abro la puerta y en una de las repisas de arriba se asoma el gorro.

Hago mis esfuerzos para bajar el traje y noto que efectivamente no tengo la misma estatura que entonces.

Ya no soy un niño de trece años, tengo diecisiete, y me tomó un tiempo acoplarme a que siempre maduré a un tiempo más lento que los demás, y debo decir que la secundaria fue de lo peor para mí, ahora que estoy por terminar el bachillerato, debo decir que me siento por mucho mejor de lo que estaba. Tal vez me permití darme un nuevo comienzo. El inicio de secundaria no fue el mejor, mis papás estaban terminando de separarse, el final mucho menos, fue la crisis del upside down, y el primer año ahora pues no lo pasé aquí, pero cuando volví me sentí como nuevo, y después de mucho tiempo, no me costó trabajo ni me dió miedo entrar a la escuela.

Me llena la nostalgia, que es interrumpida por el sonido del teléfono que está en el pasillo entre el cuarto de Ce y el mío. Desabrocho un poco mi suéter, ya que más allá de protección me asfixiaba. Voy hacia él y lo levanto.

—Casa Byers— digo.

—Hola, Will, una duda— Mike, como siempre tan directo. Nunca se toma la molestia de siquiera preguntar cómo va su día, o un simple «¿Cómo estás?»

—Dime.

—¿Vas a salir por la tarde?, bueno no tan tarde, pero... Ya sabes.

—No creo, Ce está en casa de Max, quiso ir a pasar el rato con ella.

—¿Quieres que nos veamos en el Arcade?— se quedó callado, y después de unos cuantos titubeos continuó: —, bueno, no los dos solos, sino que... Lucas y Dustin, como siempre. Bueno, queremos salir y claro que el grupo no es el mismo sin ti.

Me noto un tanto nervioso y tengo una sonrisa ingenua en la cara. Mike me parece alguien demasiado distraído, lo suficiente para que se le seque un cactus, pero tiene una deficiencia extra cuando intenta explicar algo.

—Claro, ahí nos vemos.

—¿Está bien a la una? Mejor le voy avisando a los chicos.

—Sí, a la una está perfecto.

—Okey, ahí nos vemos.

—Ad...— no termino de despedirme cuando él cuelga y yo suspiro dejando el teléfono en su lugar.

Voy a la cocina, mamá ya despertó y será mejor que le ayude con el desayuno.

Me saluda y la saludo. Me lavo las manos y sin preguntarle, me da la indicación de ir poniendo los platos. Parece que solo recalentó la comida de ayer. Lo bueno es que alcanza, solo somos nosotros dos.

—Mamá— suelto.

—Dime, cielo.

—Saldré en la tarde con los chicos. ¿Está bien?

—¿Puedo saber a dónde irán?

—Al Arcade, tiene un tiempo que no salimos y vernos ahí nos pareció buena idea— "Nos" ¡JA!

—¿Quieres que vaya a dejarte?, ¿o prefieres irte solo?

—Me voy en la bicicleta, no te preocupes.

Cuando termino de comer, levanto mi plato y me sirvo agua con el fin de no dejar a mamá sola mientras termina. Cuando ella lo hace, me encamino hacia mi cuarto para escoger mi ropa. Terminé no dándole mucha importancia, pero parece ser que no me veo tan mal. Me cuestionó si debí aceptar la oferta de mamá de que ella me lleve, pues mirando tras la ventana puedo ver el piso con pequeños rastros de nieve sobre él.

Trazando Constelaciones (Byler)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora