01. Boda

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01. Boda

Lía Parisi

Tragué saliva, demasiado nerviosa.

Mis manos temblaban sobre mi regazo, y la peluquera ya me había obligado a respirar hondo varias veces.

Toda la boda, junto al vestido y las mujeres encargadas de ayudarme a prepararme, la había pagado Adonis. Actualmente íbamos bien de dinero, pero nunca podríamos haber alquilado un jodido hotel entero como él lo había hecho.

Desde aquella vez hace dos años, no había vuelto a hablar con él. Si por casualidad nos encontrábamos en algún lado, yo me alejaba a toda prisa.

Mi mejor amiga, Davina, entró a la sala en la que estaba con una sonrisita. Al verme, su mueca aumentó.

—Dios, Lí, estás preciosa —comentó, obligándome a levantarme para verme mejor.

Llevaba un vestido blanco, con una larga cola, y que se ajustaba a las zonas perfectas. Mantenía un suave escote, sin ser demasiado pero tampoco haciéndome ver muy recatada. Mi cabello rubio había sido recogido en un moño alto y mi maquillaje acentuaba los preciosos ojos azulados de los que tanto presumía mamá.

La maquilladora y la peluquera se marcharon para darnos más intimidad, solo entonces dejé que mi faceta tranquila se esfumara y dejara ver mi terror.

—Estoy tan asustada, Dav —lloriqueé. Ella me abrazó, teniendo cuidado con mi peinado.

—Aún puedes irte. Si quieres, te ayudaré a escapar.

Negué con la cabeza.

—Matarían a mi padre.

—Puedo encargarme de eso.

Volví a negar, mirándola a los ojos.

—No, no te metas en problemas con el Capo por mí.

—Tú lo vales, Lí.

Sonreí por lo bajo. Dav y yo nos habíamos hecho muy buenas amigas, puesto que trabajábamos juntas. Después ella se convirtió en Fuego, la chica que llevó a la Ndrangheta a la conquista de Italia, y en la mujer del Capo. A pesar de eso, continuamos siendo muy cercanas.

—Te quiero mucho, ¿lo sabes, no?

—Lo sé —asintió—. Yo igual. Y te prometo que nada malo va a pasarte con Adonis. O me encargaré de patearle las bolas.

Reí por lo bajo. La puerta se abrió, dejando ver a mamá, que le dedicó una sonrisa respetuosa a Davina.

Yeh... Es Fuego y la mujer del Capo. Nadie le falta el respeto.

—Os dejaré solas —sonrió, mirándome—. Cualquier cosa, avísame. Señora Parisi.

—Señora Ricci —asintió mi madre.

Dav se marchó, cerrando la puerta tras ella, y yo miré a mamá que se veía un tanto incómoda.

Ay, no. Se viene charla sexual.

Paura (Mafia Italiana #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora