Paura (Mafia Italiana #2)

22. Cómo conquistar a un hombre

22. Cómo conquistar a un hombre

Lía Messina

—Valentina Torres —Massimo me pasó los papeles que llevaba en la mano—. Esa será tu identidad mientras estés en México. Aquí tienes el documento de identidad, el pasaporte y una cuenta de banco a tu nuevo nombre, nosotros te iremos ingresando dinero.

—Quizá sea mejor que también me busque un trabajo, tendrá más credibilidad —comenté—. Algo simple, como camarera.

—Ella tiene razón —opinó Marco.

—Bien —asintió el Capo, sentándose en el sofá—. Siéntate, Lía, voy ha informarte de todo lo que tienes que saber.

Acaté su orden. Él comenzó a dejar fotografías sobre la mesa, no reconocí a nadie. Era buena con los chismes, pero la gente no solía interesarse mucho en cotillear sobre otras mafias. Nadie hablaba de El Cartel o de la Bravta, mucho menos de otras más insignifcantes.

—El tipo que mató a tu padre es el Consejero —dudó al decir la palabra y la pronunció mal, pero no dije nada al respecto—, que sería algo así como el Sottocapo. Su nombre es Roberto Gómez.

Asentí, guardando la información en mi mente.

»Ellos también tienen cuatro miembros de alto rango. Jorge Hernández es el Don, que para nosotros sería el Capo. Mario García es el Comandante o Capitano y Luis Santos es el Antonegra, aunque en México lo llaman Ejecutor —explicó—. Son todos viejos ya y llevan mucho tiempo al mando, así que tú tienes que acercarte a sus primogénitos para poder llegar a ellos.

Me entregó una foto donde se veían cuatro hombres de unos diecisiete o dieciocho años. Parecían estar en un bar musical o una discoteca, pero estaban posando así que la foto se la hicieron ellos. Massimo señaló uno por uno, diciéndome sus nombres.

—Bruno Hernández, hijo del Don —señaló a un pelinegro—. Dante Gómez, hijo del Consejero —este era rubio, con un moreno más fuerte a causa del sol—. Lucas García, hijo del Comandante —su cabello era castaño y estaba completamente revuelto—. Y Rafael Santos, hijo del Ejecutor —él era de cabello oscuro, pero no distinguí muy bien el tono porque tenía el pelo rapado al estilo militar.

Lo que me sorprendió es que todos ellos tenían sonrisas y muecas divertidas. Quiero decir, es raro ver a hijos de miembros tan importantes de la mafia actuar así.

»Hay mucha información acerca de ellos. Son unos rebeldes que no siguen las normas, se pasan todas las noches en bares y frecuentan mucho un antro llamado... De- Deseo Prohi... ¿Prohibidu?

—¿Deseo Prohibido? —adiviné yo, él asintió.

—Sí, eso —resopló—. Hablas muy bien el español.

—Soy buena fingiendo —me encogí de hombros, divertida.

—Yo de ti me preocuparía, hermano —se burló Matteo en dirección a mi marido—. Nunca sabrás si finge los orgasmos.

Adonis le rodó los ojos.

—Créeme, no los finge.

—Centrémonos —demandé, con el sonrojo cubriendo mis mejillas. Adonis me guiñó un ojo con diversión, mientras que Matteo se carcajeaba.

—Como decía... —continuó Massimo—. Frecuentan mucho ese club, pero no es el único que van. No siguen las normas de la mafia y hacen lo que quieren. Son conocidos por estar en todas las fiestas y ser unos inmaduros incapaces de liderar.