24. Ciudad de México

9.9K 764 48
                                    

24. Ciudad de México

Lía Messina

Abracé con fuerza a Dav, casi sin querer soltarla. Exhalé hondo cuando nos separamos y ella me sonrió con seguridad.

—Vas a hacerlo genial —me animó—. Revienta a ese bastardo por mí.

Sin querer evitarlo, volvía a abrazarla. No debería estar mucho tiempo en México, solo el estrictamente necesario para averiguar algo sobre la hermana de los Ricci y matar a ese hijo de perra, pero estaba quizá demasiado asustada.

Llevas tres meses entrenándote para esto, Lía. Puedes hacerlo.

—Mucha suerte —me sonrió Massimo—. Aunque confío en que no la necesitarás.

—Gracias.

Mis ojos se cruzaron con los de Adonis, que había estado intentando hablar conmigo todo el camino, pero los evité completamente y di media vuelta para embarcar. Caminé por el pasillo, dejándolos atrás y sin mirar de vuelta.

No miré atrás.

Le entregué mi pasaporte a la encargada y casi temblé, pensando que notaría que el documento era falso, aunque mantuve mi perfecta fachada. Ella no notó nada, porque me dejó pasar sin ningún problema.

Subí al avión y solté un suspiro mientras me acomodaba en mi asiento y miraba por la ventana. Solo entonces, las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

Había roto con Adonis... ¿Cierto?

Inhalé y exhalé hondo, intentando alejar toda esa tristeza y centrándome en mi rabia.

México, allá voy.

***

En el instante en el que pisé el suelo mexicano, me sentí completamente fuera de mi hábitat. Era la primera vez que salía de Italia y este lugar era jodidamente diferente a mi hogar.

Salí del aeropuerto, buscando un taxi para llegar al apartamento en el que me quedaría. Apartamento que, casualmente, estaba justo debajo del apartamento en el que vivían los, apodados por mí, Cuatro Fantásticos.

Teniendo todo el dinero que tenían... ¿Por qué demonios compartían apartamento?

En fin, ricos.

Cuando logré encontrar un taxi vacío, me subí al vehículo y le di la dirección al conductor. Me encargué de que mi español sonara perfecto. No fue difícil, siempre fui buena fingiendo, y eso incluía los acentos.

El apartamento en el que me quedaría era grande, aunque no tanto como mi casa... La casa de Adonis.

Dios, y ahora que había roto con Adonis... ¿Qué demonios haría? ¿Ir a vivir con Diego?

No, me negaba rotundamente a ir a Sicilia. No podía irme sin Dav.

Quizá ahora era un buen momento para independizarme. Vivir mi vida, manejar mi vida.

Suspiré, dejando la maleta por ahí y lanzándome al sofá. No me apetecía ni siquiera respirar, pero me obligué a moverme e ir a la ducha para arreglarme. Esta noche saldría a Deseo Prohibido, el bar al que solían asistir los Cuatro Fantásticos.

Paura (Mafia Italiana #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora