17. Vestidos de boda

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17. Vestidos de boda

Lía Messina

—¿Irás con Davina a mirar vestidos de novia? —me preguntó Adonis mientras desayunábamos.

Asentí.

—Sí, ya he avisado a mi padre. Iré a trabajar por la tarde, pero me ha dado la mañana libre.

—¿Te quiere mucho, verdad? Tu padre.

Sin poder evitarlo, sonreí.

—Soy la niña de sus ojos —expliqué—. Diego y papá son las personas más importantes de mi vida. Quiero mucho a mamá, no me malinterpretes, pero ella siempre fue más... falsa —me encogí de hombros—. Es una muñeca de la mafia, al fin y al cabo.

—¿Una qué? —alzó las cejas, interesado en el término.

—Oh, ya sabes. Las muñecas de la mafia son las mujeres de este mundo. Somos simples muñecas que manejan a su antojo, así que debemos sobrevivir de otras maneras —le dije—. Algunas fingen ser tontas, otras tienen unos perfectos modales para encontrar a un buen marido y otras pasan de un hombre a otro, quedándose con el que tiene más poder.

—¿Insinúas que a las muñecas de la mafia solo les interesa el poder?

Me encogí de hombros.

—Es lo único que nos han negado desde siempre. Poder y tomar las decisiones —sonreí irónica—. Así que están ansiosas de ello.

—Entonces... Una muñeca de la mafia es una mujer de este mundo que quiere poder.

—Y que hará lo que sea por conseguirlo —puntualicé.

—¿Lo que sea?

—Lo que sea.

—¿Eres tú una mujer de la mafia?

Me encogí de hombros.

—Por herencia, lo soy. Pero el poder no es realmente algo que me interese —sonreí, levantándome de la mesa para llevar mi plato al fregadero y miré mi teléfono cuando sonó—. Dav está abajo con George, me voy ya. ¿Nos vemos en la comida?

Me sonrió suavemente.

—Claro.

Dejé un beso en su mejilla, él frunció el ceño y se aferró a mi cintura.

—Eso no es un beso —demandó—. Dame un beso de verdad.

Reí por lo bajo, dándole un rápido beso en los labios. No pareció satisfecho, porque me lanzó a su regazo y juntó nuestros labios con ansia y pasión.

Cuando nos separamos, mi respiración estaba agitada. Él sonrió orgulloso.

—Eso es un beso —enfatizó—. Ahora ve, no hagas enfadar a la futura señora Ricci.

Solté una risa entre dientes, levantándome de su regazo. Mis piernas temblaban y mi cuerpo estaba acalorado, pero me obligué a salir del apartamento.

Paura (Mafia Italiana #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora