23. Despedida

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23. Despedida

Lía Messina
Un mes después

Disparo. Disparo. Disparo.

Los ruidos eran amortiguados por los cascos que llevaba, pero aún así se escuchaban como un murmullo bajo. Mi brazo se echaba para atrás con cada tiro, pero eso no me hacía detenerme.

Disparo. Disparo. Disparo.

Solo me detuve cuando el cargador del arma quedó completamente vacía, bajando el brazo y crujiéndome los huesos del cuello. Alcé la vista para ver a la diana y sonreí.

Todos las balas habían dado en el centro.

—Bien hecho, rubia —me felicitó Adonis—. Estoy orgulloso de ti.

***

—Lía, ven —me llamó Anika, una de las trabajadoras de Roxy.

La localicé junto a la barra, hablando con un hombre de unos cincuenta años. Inhalé hondo antes de dibujar una pequeña sonrisa inocente, pero con un toque de maldad, en mis labios.

—Anika, ¿qué necesitas? —simulé no ver al hombre que no dejaba de observarme. Cuando fingí notarlo, hice una mueca de sorpresa— Oh, ¿quién es tu amigo?

—Él es Peter, un turista. Pero es encantador y nos va a invitar a un trago, ¿cierto?

—Por supuesto, lo que vosotras queráis, chicas —asintió, completamente anonado con la sonrisa tonta de la coreana.

Al final, fingir ser una rubia tonta me sirvió para algo.

—Estaríamos encantadas —sonreí yo, dejando caer disimuladamente mi mano sobre su brazo.

Peter nos invitó a dos tragos, antes de recibir una llamada telefónica y tener que irse. Akira pareció decepcionada, supongo que había estado ganando bastante dinero con él.

Terminé el trago antes de volver a dejarlo sobre la barra, cuando vi a Roxy venir hacia nosotras con una pequeña sonrisa en el rostro.

—Esa es mi chica —me sonrió, chocando los cinco conmigo—. Eres buena en esto, niña.

***

—¡Más fuerte, Lía! ¡Puedes hacerlo más fuerte! —gruñí, mirando mal a Matteo antes de aumentar mi fuerza en cada puñetazo. Él los esquivaba con facilidad, pero yo era rápida.

Mi puño impactó contra su pómulo, rasgando la piel y haciéndolo sangrar. Él me devolvió el golpe, apuntando a mi abdomen, pero me aparté yendo a su espalda e intenté lanzarlo al suelo. Él me agarró antes de caer, tirándome con él.

Quedé encima suyo, pero rápidamente nos cambió de posición y me dejó bajo él, con su mano aferrándose a mi cuello.

—Y aquí es cuando te mato —indicó, levantándose y ayudándome a hacerlo—. Pero lo has hecho muy bien. Con un poco más de práctica serás imparable.

Sin poder evitarlo, sonreí.

—Lo sé.

***

Solté un quejido, mirando las marcas que Adonis dejó ayer en mis pechos. Luego, señalé el mini vestido que debía ponerme para esta noche y que tenía un amplio escote.

—¡Te dije que no dejaras marcas, Adonis! —lo regañé desde el vestidor— ¡¿Cómo voy a ponerme el vestido así?!

Lo escuché carcajearse y maldije por lo bajo antes de lanzarle un tacón.

—¡Bastardo! —le chillé.

—¡Loca asesina, casi me abres la cabeza!

—Y sin mirar —sonreí divertida—. Imagina si no hubieras estado aquí.

Paura (Mafia Italiana #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora