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Edward no dudó en salir de aquí para ver lo que sucede, por lo que nos quedamos Michael y yo en la habitación junto con April, la cual sigue sin despertar.

—Tenemos que irnos. – dijo Michael, cargando a April en sus brazos.

—¿Qué? – me gire a verlo, confuso.

—Algo malo sucede. – dice él, mirándome. – No dejaré que le pase algo a April.

—¿Cómo saldremos?

—Así. – dice y sin más saca su aura sin dificultad alguna.

Rápidamente una burbuja de fuego nos terminó envolviendo por completo, haciéndome sentir el calor del aura que me reconfortaba de alguna manera.

Michael comenzó a correr hacia la ventana, con April en brazos, por lo que lo seguí y al final, terminamos salieron por la ventana en dirección hacia el pasto que se encuentra fuera.

Antes de caer al suelo, pudimos ver a una Rosie entrando en la habitación, teniendo su aura celeste rodeándola, con una mirada tan fría y tenebrosa al tener sus ojos completamente negros.

Al caer al suelo el aura rojiza se disolvió en nuestros pies, dejándonos completamente desprotegidos ante la lucha que se avecinaba.

Corrimos hacia el auto en el que llegué y él subió a April en la parte de atrás mientras yo me subía de piloto, pero había un problema.

No tenía las llaves.

—Mierda. – golpeé el volante e intenté concentrarme mientras escuchaba a Michael entrar.

Con algo de dificultad logré hacer que el auto encendiese, por lo que me giré hacia mi nuevo compañero.

—¿A dónde iremos? – pregunté, sintiendo mi corazón ir tan rápido, estaba realmente asustado.

—Tu arranca. – dijo, para luego mirar hacia en frente. – ¡AHORA! – gritó mientras golpeaba el auto, pareciendo ver algo aterrador frente a nosotros.

Al girar mi cabeza, pude ver a Rosie saltar desde la habitación, cayendo de pie frente a nosotros, haciendo que el auto se mueva un poco por la fuerza que ejerce ella.

Rápidamente metí reversa al auto y me alejé de ella, la cual comenzaba a sacar su aura de sus manos.

Ella comenzó a lanzar bolas de lo que parece ser hielo, hacia nosotros, las cuales caían a los costados.

Vi como Michael sacaba su mano por la ventana y le lanzaba bolas de fuego hacia ella, haciendo que se deshaga su próximo ataque.

—Fuego contra hielo... – murmuré, tratando de recordar lo que vi en su mente el otro día. – Claro... ella debe ser la reina de hielo.

—¿Qué? – escuché a Michael, el cual no dejaba de lanzar su aura.

Con agilidad logré dar la vuelta y seguir conduciendo, pero esta vez de frente hacia nuestra escapatoria, dejando a Rosie atrás, en la casa.

—Por ahí. – dijo Michael, señalando una calle que es realmente estrecha, imposible atravesar en esta camioneta.

—Es muy estrecha. – lo miré rápidamente, para después mirar de nuevo hacia en frente. – No podremos pasar.

—Yo me encargo de eso. – dijo y sacó su aura.

Como si eso fuese tan fácil, alzó sus manos cubiertas de fuego frente a él y las movió con fuerza, pareciendo separar algo con ellas, al volver mi vista hacia el frente vi como los edificios se comenzaban a separar lentamente, haciendo más accesible el paso.

Al pasar por ellas, vi por el retrovisor como éstas volvían a la normalidad, como una calle tan estrecha, lo que me sorprendió.

—Uno se acostumbra a eso. – dijo Michael, notando mi sorpresa.

—¿Cuánto tiempo llevan viviendo ahí? – pregunté, sin despegar mi vista de la calle.

—Cinco años y tres meses. – dijo, mirando un anillo en su mano que reconocí por un libro que leí hace años.

Hace tiempo existió una familia que yo conocí, cuyo poder era igual de fuego, proveniente al dragón, el emblema más importante para ellos.

Teniendo cada reliquia que pertenecía a la familia.

Entre ellas, anillos de poder, anillos que ayudaban a potenciar los poderes que uno lleva consigo.

—Así que llevas ahí desde... – me interrumpió.

—Sí. – murmuró. – Ese tiempo.

—Yo le prometí que la llevaría hacía ustedes. – dije y sentí su mirada puesta en mí. – Claro que no me lo imaginaba de esta forma.

—Ella está muriendo. – dijo, mirando por la ventana y cerrando sus manos en forma de puños. – Y no sé qué hacer.

—Creo que tú puedes ayudarle. – dije, concentrándome en el camino.

—¿Cómo? – me miró de nuevo.

—Tu aura puede ayudarla... – dije y rápidamente detuve el auto al ver lo que tengo frente a mí. – Michael...

—¿Qué sucede?

—Mira. – señalé hacía en frente, a lo que él volteó a ver.

—Mierda...

Toda la ciudad parecía estar congelándose, mientras que caía algo de nieve que no era común, ya que esa nieve comenzaba a congelar lo que tocaba.

Esto no era para nada bueno.


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[COMPLETA] ✓ AURA: LA REINA DE HIELO II [SAGA AURA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora