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Los rayos comenzaron a caer, quemando algunos árboles que se encuentran cerca.

—Debemos irnos. – dijo Michael. – ¡AHORA!

Me puse de pie y vi como una ola gigante se dirige hacia nosotros con rapidez, por lo que tomé la mano de April y me agaché para agarrar a Fénix.

Cerré mis ojos con fuerza para poder forzar mis habilidades y sacarnos de aquí, de éste santuario que ahora mismo comienza a ser destruido por un mal desconocido.

Pero lo único bueno de esto, es que hemos logrado salir antes de que aquella ola nos llegase y terminase con nuestras vidas.

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—¿Qué haces? – pregunté viendo a April, la cual tenía en sus manos mi guitarra y de hecho, ella se encuentra en mi habitación, a lo que se sobresalta un poco.

—Intento tocar la guitarra. – ríe ella, con suavidad, lo que me hace verla con ternura. – Pero es imposible.

—No lo es. – dije y me senté a su lado, en la cama. – Debes poner tus dedos de esta manera. – la rodeé con mis brazos y acomodé sus dedos en las cuerdas de la guitarra.

Su rostro se encuentra tan cerca del mío por lo que la miré y ella hizo lo mismo, quedando a centímetros el uno del otro.

—Y así tocas. – dije, moviendo su otra mano, haciendo que un acorde se escuché por toda la habitación.

Ella sonrió.

—Toca algo. – dijo ella, pasándome la guitarra.

—¿Qué quieres que toque? – pregunté, tomando la guitarra, por lo que me separé lo necesario de ella para no lastimarla con el instrumento.

—Algo de Coldplay. – dice ella, abrazando sus piernas. – Son mis favoritos.

—No me sé muchas canciones de ellos. – dije, mordiendo mi labio. – Tendría que sacar los acordes y aprendérmelo.

—Es por eso que hice esto. – dijo ella, tomando un cuaderno que se encontraba a su lado.

Ella me lo tendió, por lo que lo tomé y al abrirlo pude ver unos acordes de una canción tan linda de ellos.

Yellow.

—Es de mis favoritas. – dijo ella y la miro. – Sus palabras... son hermosas.

—Intentaré hacerlo. – dije y comencé a tocar los acordes, sin dejar de mirar el cuaderno.

Comencé a cantar un poco, leyendo la letra de la canción que se encuentra en el cuaderno.

Ella tan solo sonreía mientras que, después de un rato, se unía a mí, mezclando ambas voces que se escuchaba por toda la habitación.

Al finalizar, ella comenzó a aplaudir, lo que me hizo sonreír y dejar la guitarra a mi lado, sin dejar de mirar a April.

—No fue perfecto, pero ahí la llevas. – dijo ella y yo me reí tras su pequeña broma.

Ella comenzó a reír conmigo hasta que nos quedamos en silencio, con sonrisas en nuestros rostros, sin dejar de mirarnos fijamente.

Sin pensarlo comencé a acercarme a ella, mientras que April no se quedaba atrás, lo que me daba entrada a lo que no pensaba hacer, pero que ahora podría suceder.

La distancia comenzaba a alejarse de ambos, dejándonos a tan solo centímetros, lo que me hacía admirar su belleza más cerca.

Aquella mirada tan tierna.

Aquellas mejillas rosadas por naturaleza.

Aquellas enormes pestañas.

Aquellos labios que mueren por ser besados con locura, proporcionándole millones de sentimientos dentro de ella.

Pero al estar a punto de unir los míos con los suyos, unos golpes en la puerta nos hizo separarnos, terminando con la conexión que ambos sentíamos.

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Desperté gracias a unos golpes que se escuchan cerca.

Los edificios de hielo comienzan a derrumbarse, cayendo trozos de hielo a mi alrededor.

Al ponerme de pie me abracé a mí mismo, sintiendo la helades cubrirme entero, mientras el vapor sale de mi boca conforme exhalo.

Al mirar al suelo pude ver gente congelada, bajo el grueso hielo en el que me encuentro de pie, lo que me hace sentir una presión en mi pecho al ver el sufrimiento de aquellas personas inocentes.

—¡¡APRIL!! – grité fuertemente, pero solo podía escuchar mi voz haciendo eco.

Una risa comenzó a escucharse tras unos silencios, lo que me hizo voltear a todos lados

—¿De verdad creíste que se salvarían de esto? – se escuchó aquella voz femenina.

Volví a voltear a todos lados, pero no parecía haber nadie más que yo.

—Sus vidas están condenadas al fracaso.

Comencé a correr por las calles hacia un edificio que parecía no derrumbarse por el momento, por lo que entré y cerré la puerta, sin dejar de ver hacia afuera.

—Ahora mismo conocerán lo que es la tortura.

Retrocedí sin dejar de ver hacia la puerta, en la oscuridad que emite este helado lugar.

—La tortura mental de la que no podrán escapar.

Mi espalda chocó contra algo frío y al darme la vuelta, me vi a mí mismo reflejado en lo que parece ser un espejo.

Pero mi vestimenta no es la misma.

Ahora mismo, he vuelto al pasado.

A mi sufrimiento.

A mi terrible pasado.


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[COMPLETA] ✓ AURA: LA REINA DE HIELO II [SAGA AURA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora